Estamos inmersos en profundas transformaciones de todo tipo. Una fuente de cambios son los sociales y demográficos, que están configurando una nueva sociedad y nuevas realidades a las que tienen que hacer frente las empresas para seguir siendo competitivas.

Entre esos cambios sociales y demográficos hay uno que no nos debería pasar desapercibido. Se trata del envejecimiento de nuestra sociedad. Todos sabemos que está ocurriendo, pero es un hecho que muchos prefieren ignorar, aun cuando sus consecuencias tienen un gran impacto empresarial.

Alfonso Jiménez. Socio Director de PeopleMatters

El envejecimiento se produce por la confluencia de dos cuestiones: la caída de la natalidad, que en el caso español ha llegado a 1,3 hijos por mujer, y por el incremento que año a año se produce en esperanza de vida, alcanzando en estos momentos los 83 años de media.

La combinación de ambas variables hace que nos estemos envejeciendo como sociedad. Así, hoy hay un 19% menos de jóvenes que hace tan solo diez años y, por el otro lado, tenemos un 20% de mayores de 55 años. Estas cifras cuantifican bien el envejecimiento que hemos sufrido en nuestro país en tan solo una década.

Y los demógrafos prevén que en los próximos 10 años este crecimiento de personas mayores de 55 años se va a incrementar otro tanto más.

Esto, a su vez, tiene grandes implicaciones sociales, empresariales y personales.

La población activa senior (las personas que quieren trabajar) se ha incrementado aún más. En los últimos diez años, la población activa ha crecido un 49%. Y esto es así por dos factores. Uno es que hay más gente mayor de 55 años, pero la segunda es que son más los que quieren, o necesitan, seguir trabajando.

Pero el incremento que se ha dado en mujeres senior es aún mayor. Las mujeres senior activas han aumentado un 81% en los últimos diez años. Este incremento tan tremendo de las mujeres que quieren seguir trabajando se produce porque están llegando a estas edades las mujeres que, a mediados de los 80, cambiaron su comportamiento en relación con el mercado de trabajo.

Hasta ese momento, la tasa de actividad femenina era muy baja, menor del 30%, pero a mediados de los 80, las mujeres jóvenes que entonces tenían entre 20 y 30 años, decidieron trabajar y abandonar el tradicional rol de dedicarse a “labores domésticas”. Esas mujeres hoy tienen entre 55 y 60 años y siguen en el mercado de trabajo. Han hecho, con sus dificultades, una carrera profesional completa. Y hoy conforman una nueva realidad social: mujeres senior trabajadoras.

De hecho, muchas de ellas, siguen trabajando. El número de mujeres ocupadas mayores de 55 años ha crecido un 74%. Sin embargo, esta nueva realidad laboral guarda una mala noticia: los siete puntos de diferencia entre ambas cifras (activas vs. ocupadas). Ese 7% lo conforman las paradas.

El paro senior en general se ha incrementado un 125% en los últimos diez años porque el sistema productivo continúa expulsando a los mayores. Y eso es terrible, porque las probabilidades de reengancharse a la ocupación son muy bajas. De hecho, casi la única posibilidad de reenganche es el emprendimiento, el trabajo por cuenta propia.

Hoy tenemos ya casi medio millón de personas de más de 55 años, hombres y mujeres, en nuestro país en paro, con ninguna posibilidad de reenganche. Por ello, es crítico impulsar el emprendimiento en ese colectivo en unos años que, además, son claves para cotizar y poder acceder a la pensión pública de jubilación.

Apelar a la responsabilidad social de las empresas es una opción. Apelar a la falta de jóvenes también será un proceso lento. Ese medio millón de personas seniors en paro deberían emprender. Proyectos pequeños, medianos, o muy muy pequeños, pero tienen que hacer una “segunda carrera” para no caer en una situación de exclusión social en los muchos años de vida que, gracias al sistema de salud, les queda por vivir.

Alfonso Jiménez

Socio Director de PeopleMatters