Todos estamos de acuerdo en que la salud es lo primero y que la situación no admite otra salida que salvar vidas, tratar a los enfermos y aislar a la población para evitar contagios. Creo que la gente se ha concienciado y vamos en poco tiempo a cambiar la curva dramática de contagiados graves, teniendo como horizonte positivo que el número de personas que se recuperan supere a los fallecidos.

Pero mientras llega el “pico” y la situación cambia, los empresarios y empresarias vivimos una situación angustiosa derivada del anuncio del Gobierno sobre las medidas para paliar la situación económica, pero éstas no terminan de ponerse en práctica. Tenemos que pagar impuestos cuando nuestra actividad no genera ingresos, tenemos que pagar las nóminas y no vemos la liquidez que se presume, vamos a tener para pagar también a nuestros proveedores… El tiempo pasa y la situación se hace angustiosa.

España es un país de pequeñas empresas (el 95% de nuestro tejido empresarial) muy sensibles al día a día, que no tienen balones de oxígeno como las grandes empresas que pueden utilizar recursos y moratorias. Nos encontramos con un caos regulatorio, con medidas improvisadas y cortoplacistas que además no llegan.

Según JP Morgan, sin ingresos, la mayoría de pequeñas empresas podría cerrar en 27 días y el 25% de ellas no llegaría ni tan siquiera a los 13 días. En el otro extremo estaría un 25% que contaría con las reservas suficientes para aguantar 62 días, como mucho. También se sabe que las aseguradoras de crédito están revisando drásticamente a la baja los riesgos del comercio, que lo deja sin margen de maniobra.

Todos los españoles estamos agradecidos y orgullosos por el trabajo en primera línea de nuestros héroes y heroínas. También por la respuesta de mujeres y hombres, pequeños empresarios que reconvierten sus negocios, prestan instalaciones, mantienen los empleos y donan material o fondos. Destacando especialmente el trabajo de muchas mujeres, médicos, enfermeras, limpiadoras, cuidadoras, cajeras, investigadoras…

Pero, además, hay muchas otras personas que desde los sectores productivos como el agrícola, textil o farmacéutico o desde sectores logísticos, de distribución, transporte y venta de productos alimenticios, están evitando el colapso. Y nuestro Ejército, fuerzas de seguridad del Estado, policías nacionales y municipales, bomberos, Guardia Civil, servicios funerarios y alguno más que seguro que está y no cito.

Ahora bien, insisto, debemos tener en cuenta que tenemos que salvar a las pequeñas empresas y autónomos que sufren la crisis con especial virulencia. No podemos dejar enfermar ni morir a la base de nuestro tejido productivo, porque es el futuro inmediato de nuestra subsistencia.

La sociedad española está demostrando su madurez, responsabilidad y disciplina. Impresiona su respuesta y también las numerosas muestras de solidaridad entre los trabajadores; la creatividad de los profesionales en la búsqueda de soluciones; la reflexión personal y colectiva; nuestra capacidad de reinvención.

Mañana, cuando la pesadilla quede atrás, cuando cerremos este terrible paréntesis, recordando a todas las personas que han perdido la vida y a sus familiares, deberemos impulsar nuestra economía con esas manos que ahora, cada día a las ocho de la tarde, aplauden a sus centinelas.

  Ana Bujaldón Solana

Empresaria y presidenta de Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (FEDEPE)