No podemos leerlo todo, aunque pienso a menudo que jamás hemos estado tan informados como ahora, ya que tenemos tanta información que estamos obligados a seleccionar, y sobre todo a elegir. Por tanto nos comprometemos con lo que nos interesa y en mi caso confieso que  me gustan las personas que trabajan para un desarrollo económico y social más justo y sostenible para todo ser viviente del planeta. Y coincido con personas como la doctora Corine Pelluchon, por ejemplo, pues para ella los ideales de democracia y derechos humanos no acaban en el respeto a la libertad del “otro”, incluyendo en este ideal de convivencia a todos los seres vivos y la propia naturaleza.

No hay duda que, últimamente, se habla mucho de valores, especialmente en el mundo empresarial. Algunos malpensados dicen que a menudo forman parte de una estrategia de marketing dirigida a vender una mejor imagen. Quién sabe, pero para aquellos que sirven a este propósito, su desarrollo será efímero, porque los valores y la humanidad forman parte del carácter de cada uno y se reproducen en su actuación del día a día con los demás.

De poco le sirve a cualquier corporación contar con un panfleto que justifique sus principios cuando la gente interna no los siente como propios y, por tanto, no trascienden en su actitud con sus clientes, compañeros o en cualquier otro ámbito. Este tema que parece enmarcarse en un concepto quizás utópico, está totalmente alineado con la búsqueda de talento, o el personal branding y, cómo no, al orgullo de pertenencia de cualquier persona que forma parte de una organización, ya sea empresarial, cívica o la propia familia.

Creo que éste podría ser un gran reto que debemos abordar en nuestra generación simplemente para dejar la herencia de un mundo mejor para todos, pero es que además, la parte buena de todo eso es que no se contrapone para nada al avance de la digitalización, la tecnología o el crecimiento en un mundo más global. Porque precisamente lo que justifica que se pueda producir más es que mucha más gente tenga los medios para poderlo comprar y que realmente signifique una ventaja para su calidad de vida y su aspiración de felicidad.

Está claro que en este nuevo paradigma debe existir compromiso por parte de todo el mundo y un protagonismo para los políticos que deberían preocuparse de mejorar la vida de todos; me llamó especialmente la atención la iniciativa de Noruega, prohibiendo el comercio de pieles y reconvirtiendo el sector con ayuda estatal. Según explicaba la doctora Pelluchon: esta actuación representa dirigir de forma coherente, a fin de que la economía no solo favorezca el flujo del proceso, sino que además se haga con sentido común.

No me atrevo a señalar que pueda valorarse a una comunidad en la medida en que trata a sus animales y su entorno, pero puedo asegurar por mi experiencia con más de 30 años dirigiendo personas que, detrás de cada buen profesional, normalmente hay una persona que intenta tratar a los demás de igual forma que desea ser tratada. Las empresas que acostumbran a cuidar a los suyos, a su entorno y, cómo no, a sus clientes y colaboradores, se aseguran unos valores que les reconocerán como nuevos constructores de un mundo mejor.

Mª Angeles Tejada

Directora General de Public Affairs de Randstad

Presidenta de Honor de Fidem