Cuando salió la noticia de que Angela Merkel había sido elegida ‘personaje del año
2015’ por la revista estadounidense “Time”, me llamó la atención la motivación que explicaba las razones de dicha elección. “Time” había considerado el rol que desempeñó Merkel ante la crisis Anna Conte2económica europea (y también frente a la de Grecia con el peligro de una fractura en la UE)
, ante la intervención de Rusia en Ucrania y ante la situación creada por la llegada de refugiados. “Por pedir a su país más de lo que la mayoría de los políticos osarían, por mantenerse firme ante la tiranía y el oportunismo”, subrayaba la revista; estemos o no de acuerdo con la línea política de la canciller, no podemos negar que la gestión de la crisis migratoria que ha llevado a cabo Merkel ha contribuido a evitar que la tragedia de los refugiados fuera todavía más grave de lo que ha sido y sigue siendo.

Sin embargo, el detalle de la motivación que más me gustó y, que quiero poner en relieve, es este: “por proporcionar un liderazgo moral inalterable en un mundo donde escasea”. Me parece valiente denunciar la falta de liderazgo moral en nuestra sociedad y afirmar su necesidad. Y aplaudo la decisión final de elegir un personaje que ha influido positivamente en la sociedad, y no al contrario, puesto que uno de los candidatos favoritos era el califa Al Baghdadi.

A mediados de noviembre, otra mujer universalmente reconocida había ocupado las portadas de los medios: Aung San Suu Kyi, con su partido LND. La Liga Nacional para la Democracia ganaba las elecciones en Birmania con mayoría absoluta y Suu Kyi ya sabía que no habría podido aspirar a la presidencia, ya que allí la Constitución prohíbe ocupar el cargo a quienes sean padres de hijos con nacionalidad extranjera y los dos que tiene la premio Nobel son de nacionalidad británica. No obstante, la hija del héroe de la independencia birmana aseguró en una entrevista concedida tras los comicios que ella estará “por encima del presidente” y que tomará “todas las decisiones, como líder del partido vencedor”. Lo de presidente “es sólo un título”, puntualizó. El suyo es un liderazgo moral indiscutible, después de 15 años de detención domiciliaria y de aislamiento y 30 años de lucha pacífica contra los militares. Es “el ejemplo del poder de los que no tienen poder” y no es por un caso que la llaman ‘The Lady’, ‘la dama’.

Sin duda, Angela Merkel y Aung San Suu Kyi, como cualquier persona, no son perfectas, y sus actuaciones pueden ser criticadas o discutidas; sin embargo, creo que ambas desempeñan su papel con prerrogativas típicamente femeninas que le confieren una gran autoridad moral.

En estos días he leído la carta que Lilian Tintori, la esposa del opositor venezolano Leopoldo López, ha publicado en su perfil de Facebook: “… reconozco que el 2015 nos obligó a todos a crecer y fortalecernos ante la adversidad… Tomo estas líneas para agradecerles, porque por su compromiso el régimen sabe que no puede violar sistemáticamente los derechos de los venezolanos impunemente, pues está siendo observado. El camino hacia adelante está lleno de retos… Esta lucha es una lucha moral, una lucha de valores, una lucha por nuestras familias, en la que necesitamos ahora más que nunca de su apoyo y de la solidaridad internacional…”.

Lilian probablemente no imaginaba, hace tan solo unos años, que se habría convertido en un punto de referencia en su país. A diferencia de Angela y de Suu Kyi, ella no había elegido la vida política y, sin embargo, en 2015 hemos visto lo que ha hecho por su marido y por su país; “no se puede ser neutral cuando se violan los derechos humanos”, dice.

Que esa sea nuestra actitud frente a cualquier injusticia, por muy pequeña que sea; frente a cualquier necesidad de cualquier persona con las que nos crucemos en la vida.

Es el deseo que queremos intercambiar con todas vosotras, amigas de Mujeremprendedora, en este inicio de 2016.

Anna Conte
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