La crisis de la COVID-19 nos ha puesto a prueba tanto a nivel profesional como personal. El mundo entero ha vivido una situación excepcional y las personas hemos tenido que dar lo mejor de nosotras mismas para estar a la altura de las circunstancias.

Sin duda, ha sido una de las situaciones más complicadas a las que me he enfrentado en toda mi carrera profesional. La magnitud de lo que acontecía en los hospitales y las noticias que llegaban a través de los medios de comunicación eran algo nunca visto, y a esto había que añadir el desolador escenario económico, con miles de empresas que se vieron obligadas a cerrar de la noche a la mañana, como consecuencia de la pandemia. En lo que a nuestro negocio se refiere, cada día era distinto, impredecible, y no sabíamos qué iba a pasar a la mañana siguiente ni qué cliente iba a cancelar o posponer sus proyectos. En esos momentos de incertidumbre era fundamental anticiparnos a lo que iba a suceder.

En este contexto, se puso a prueba nuestra capacidad de gestión y, sobre todo, de reacción. Con el paso de los meses, y ahora que tenemos algo más de perspectiva, es el momento de ver qué lecciones podemos extraer de todo lo ocurrido a todos los niveles.

Desde el primer día del confinamiento, una de mis prioridades fue la cohesión del equipo, que la fluida cooperación mantenida en el día a día en la oficina no se perdiera. Y gracias al esfuerzo, coordinación y flexibilidad horaria de todos, hoy puedo decir que el objetivo se cumplió con éxito. Soy consciente de la cantidad de horas de trabajo que se han invertido y de las dificultades que se han presentado: empleados con niños pequeños en casa, hogares no preparados para llevar a cabo la actividad profesional, la presión de la situación sanitaria, etc., y a pesar de las dificultades, el trabajo salió adelante. Los momentos duros unen y una vez más se ha demostrado. Por eso, la primera lección que podemos aprender de esta crisis es que el equipo que te rodea es fundamental para salir adelante.

Otro de los retos que tuve que afrontar desde el comienzo de la pandemia fue cómo continuar nuestra actividad con normalidad, sin que se resintieran los proyectos o los servicios que prestamos a nuestros clientes. Desde hace algunos años, en NEORIS ya habíamos comenzado a experimentar con la modalidad de trabajo no presencial. Iniciamos con pilotos muy controlados y a medida que íbamos viendo que se mantenía la productividad y la calidad, decidimos implementarlo como parte de un paquete más completo de iniciativas de cambio. Aunque la adopción de esta modalidad no era total, ya teníamos un porcentaje relevante de nuestra plantilla trabajando en remoto un par de días a la semana. El reto en los comienzos del estado de alarma era conseguirlo para el 100% de nuestros empleados, lo cual requería un enorme esfuerzo de coordinación.

El escenario de casuísticas que nos encontramos fue muy diverso: desde clientes que se adaptaron desde el primer momento a esta modalidad “no presencial” con normalidad, hasta clientes que no sabían trabajar en remoto, a los cuales ayudamos en la adaptación para que sus negocios no se vieran impactados. Una vez superadas todas estas dificultades, hoy, tan solo unos meses más tarde, nos encontramos con un nuevo escenario en el que muchos de nuestros clientes han adoptado esta modalidad de trabajo en remoto como un nuevo imperativo, incluso para el 100% de los empleados. La segunda lección de la COVID-19 es que estamos ante un cambio constante de paradigma.

Por último, la situación del momento fue complicada, la más complicada hasta la fecha. Una de las claves a la hora de abordarla fue tratar de anticiparnos siempre a lo que pudiera ocurrir. Un análisis profundo nos permitió vaticinar cómo se podrían ver afectados nuestros clientes y, a partir de ahí, ofrecerles soluciones personalizadas acordes a la coyuntura. Una acertada previsión junto con nuestra rápida capacidad de respuesta, marcaron el punto de inflexión. De esta forma, objetivos que parecían inimaginables se han conseguido alcanzar. Y esta es la tercera lección que podemos aprender de esta crisis: no hay nada imposible.

Cristina Valles

Directora general de NEORIS España