Nos estamos enfrentando a una situación completamente desconocida para nosotros, una pandemia que ha desencadenado que, en apenas una semana, todas las empresas hayamos tenido que reorganizarnos para poder seguir con nuestras actividades.

Para afrontar esta situación, el momento de cada empresa ha sido determinante, no solo por la madurez de la implantación de sistemas de teletrabajo, sino también por la metodología que se usa en el modelo de gestión y estructuras. Trabajar bajo filosofías como Agile o Lean dota a las organizaciones de una serie de principios y valores a la hora de enfrentarse al trabajo diario, adoptar compromisos y tener equipos de trabajo multifuncionales y autoorganizados, que permite tener una mayor capacidad de respuesta en estos momentos.

Respecto al teletrabajo, existen muchas recomendaciones que nos ayudan a gestionarlo, sobre todo desde variables como el espacio (definir un espacio de trabajo que siempre sea el mismo, con suficiente luz, conectividad, etc.) y el tiempo (replicar los mismos horarios que tenemos en la oficina para así poder compatibilizar nuestra vida laboral y familiar). Pero, ¿qué papel tiene el manager en esta nueva forma de organizarnos, donde el teletrabajo ha pasado de ser una opción muy valorada a ser una obligación? ¿Tenemos que hacer algo diferente a lo que hacíamos hasta ahora?

La respuesta, ahora más que nunca, es sí y debemos hacerlo apoyándonos y adaptando las herramientas que tenemos al nuevo contexto.

Lo primero es tomar conciencia de la situación, una situación sobrevenida por causas ajenas a nosotros, a nuestros equipos y a cualquier decisión tomada o programada, una situación no planificada en ningún calendario y que, por lo tanto, carece de plan de seguimiento diseñado.

Este escenario nos tiene que llevar a entender que las personas están pasando por circunstancias difíciles y, en muchas ocasiones, nuevas, lo que puede generar bloqueos, nerviosismo, desánimo, estrés… Es el momento de ser empáticos y comprensivos, de transmitir serenidad y de estar cerca de ellos, por paradójico que parezca.

En segundo lugar, debemos poner en valor más que nunca la comunicación, ya que va a ser lo que marque la diferencia a la hora de conseguir trasladar un sentimiento de equipo frente a la soledad de la cuarentena. Es clave revisar los modelos de comunicación, buscar espacios que permitan mantener el contacto fluido y la discusión en tiempo real, y hacer que estos puntos de encuentro sean parte de nuestra rutina diaria de trabajo. Así, las herramientas que nos permiten conectarnos en grupo como Skype, Teams, Webex y otras fórmulas, pasan a ser ahora nuestros grandes aliados.

En esta línea, sería recomendable mantener tres reuniones ágiles al día: una a primera hora de la mañana, con un tono positivo, donde empecemos reconociendo el esfuerzo y los éxitos que haya podido tener el equipo, comunicando las situaciones actuales con objetividad y rigor, evitando el catastrofismo, dando y recibiendo feedback, trabajando sobre las planificaciones semanales y mensuales, revisando los planes de acción en marcha y, por último, preguntando por el estado de ánimo de cada uno. La segunda reunión debe servir para valorar cómo está yendo la jornada y si se está teniendo alguna dificultad específica, y la tercera para cierre.

No podemos olvidarnos de las personas de nuestros equipos para las que, por sus posiciones, teletrabajar no es una alternativa y están acudiendo a los centros de trabajo para prestar servicios mínimos que garanticen el correcto funcionamiento de la operativa. A ellas, además de meterlas en los flujos de comunicación con el resto del equipo, debemos reconocerles el esfuerzo  que realizan y poner en valor su desempeño.

El momento es el que es, como comentaba anteriormente. Nos ha sobrevenido sin permiso. No lo hemos elegido. Lo que sí podemos elegir es la manera de cómo afrontarlo y ésta quizá sea una de las decisiones más importantes de las muchas que tengamos que tomar estos días, porque de ella va a depender el futuro inmediato de nuestra compañía. Es vital creer que este escenario va a sacar lo mejor de cada uno de nosotros, como miembros de un grupo, como empresas y como líderes, y que nos creamos que esta es una oportunidad de trabajar la confianza, la autonomía y el engagement con nuestros equipos. Es un momento único para crear y desarrollar nuevas formas de relacionarnos entre compañeros, con clientes y con proveedores.

Enfrentemos esta situación en clave de oportunidad, invirtamos tiempo en las personas. Para que un equipo salga victorioso de cualquier dificultad necesita cohesión y, en ese sentido, el papel fundamental de los líderes tiene que ser generarla, encontrar aquello que nos une y ponerlo a disposición del grupo. Yo elijo este modelo, ¿y tú?

Graciela Arnesto

Directora Servicios Generales

Adecco Outsourcing