control-427510Parece ser que estamos entre los países con peor calidad laboral, por tanto en la cola. Al menos es lo que se desprende del informe de la OCDE realizado a 34 países representativos de la economía y que nos coloca en un lugar bastante precario. ¿Las causas? Pues en primer lugar serán los datos del paro, a los que hay que sumar la inestabilidad laboral, jornadas largas pero poco productivas, escasa flexibilidad horaria, poca conciliación. Faltaría añadir la desigualdad por sexo y se me ocurren otros desajustes que no se han analizado, pero que todos sabemos.

Desde el punto de vista empresarial, el problema es mucho más preocupante de lo que aparenta, pues no sólo se trata de dar trabajo, que sin duda es una de las mayores satisfacciones que puede obtenerse al emprender un proyecto, sino que aspiramos a que la persona que vaya a ocuparlo pueda cubrir sus necesidades materiales y aspiraciones profesionales y que al mismo tiempo contribuya a la sostenibilidad de la empresa. Y es sabido que para que esto ocurra, para que gire la rueda de la economía, hay que pensar en rentabilidad, o sea en trabajar con responsabilidad, calidad y actitud.

Coincide perfectamente este informe con una situación que se viene produciendo en el mercado y que ya representa una de las mayores preocupaciones del mundo empresarial, y tiene que ver con la retención del talento y, aún más, la falta de compromiso, entendido como la escasez de engagement que existe. Cuando hablamos de talento, hay que dejar claro que todas y todos tenemos el propio, de lo que se trata es de comprometerlo y potenciarlo en una función laboral y en un proyecto que permita realizarnos y, lo que es esencial, disfrutarlo. Claro está que la economía o sea la retribución, puede representar un importante aliciente para despertar y poner a disposición este talento, pero les aseguro que no es, ni mucho menos, lo que más cuenta. Por fortuna, las personas transcendemos a inquietudes de tipo relacional, emocional, o incluso espiritual, que nos activas a vincularnos en proyectos, y sobre todo a otra gente, y que nos hace sentirnos útiles si, además, nos sentimos bien tratados, hacemos cosas con sentido y nos sentimos reconocidos, aspirando, al mismo, tiempo a crecer profesionalmente y armonizar nuestro trabajo con otras partes importantes de la vida comola familia, las relaciones o el placer personal.

Todo eso es posible si se busca, y debe conducirnos a un trabajo de mayor calidad del que vamos a disfrutar todos. Seguro que hay factores de los que mencionaba al principio que son complejos, ya que la inestabilidad laboral es endémica a un tipo de sectores estacionales en la que se ha sustituido el empleo para toda la vida con la posibilidad de ir enlazando empleos. Se trata de ser empleable, no sólo de ocupar un puesto de trabajo, visto como una posibilidad de elegir distintos caminos profesionales en nuestra vida laboral.

También influye, claro está, la falta de armonización entre la formación y la empresa y también los “vicios” de horarios que han estimulado la presencia en el puesto por encima de la eficiencia. Estamos lejos de otros hábitos de trabajo desarrollados en países del norte de Europa, que acostumbran a ver el trabajo como una forma de realizarse y aspirar a una vida integral mejor, mientras que en nuestro país seguimos entendiéndolo como una cierta “obligación”, un sacrificio y, a veces, una maldición.

Quizás si cambiáramos un poco el chip y lo aceptáramos como una oportunidad para hacernos mejores como personas, todo sería más fácil.

MªÁngeles Tejada
Directora General Public Affairs de Randstad