La alarma sonó a las ocho de la mañana y, silenciosa, salí del dormitorio para no despertar a mi pareja y me dirigí a prepararme el desayuno, un café, porque no tenía hambre. Tenía la ropa preparada en una silla del salón y cuando me vestí, y me vi con esa camiseta, pensé que era un día importante.

Mientras iba andando al centro, donde había quedado con una amiga para ir juntas, fueron pocas las personas que a esas horas estaban en la calle, pero debo reconocer y confesar que me sentía orgullosa de lo que llevaba puesto, de lo que significaba.

Por el camino nos cruzamos con más mujeres que, como nosotras, iban a hacer algo especial, en un día especial, por Inma-Sánchez-opinión-768x1024-768x1024alguien en especial. Yo, como otras 13.999 personas, íbamos a participar en la Carrera de la Mujer de Sevilla. En mi caso, era la primera vez, y la sensación de hormigueo llevaba un rato anidando en mi estómago.

A las 10, cuando ya estaba todo preparado, salimos. Y nada más empezar a andar notamos que algo pasaba. Rumores, comentarios… hicieron que nos paráramos a preguntar qué pasaba, que todo era muy raro, y nos dijeron que la carrera se había suspendido.

¿Cómo? ¿Perdona? ¡Qué fuerte! Nos cuestionamos. Desde el Ayuntamiento alegaron falta de permisos para poder desarrollarla y desde la organización de la carrera decidieron cancelarla.

Sin embargo, mis amigas y yo decidimos, como muchas otras, continuar andando, seguir caminando por quienes no pueden hacerlo. Y la hicimos, a pesar de que no deberíamos haberla hecho.

Y hubo muchos momentos que se quedarán en mi mente. Como cuando nos lanzamos a la carretera obligando a los coches a parar para que supieran que nosotras estábamos allí. O cuando nos animaban a continuar. O aquella señora en la Avenida de la Borbolla que nos aplaudía detrás de las rejas de su casa.

Y con al empuje de todas aquellas que, como yo, decidimos que esta carrera, pese a que no se podía correr, sí que se iba a hacer, conseguimos que la policía cortara el tráfico, que se nos viera, que se nos escuchara, que se supiera que las mujeres siguen hacia delante aun cuando no les dejan hacerlo.

Eran casi las 11 de la mañana cuando llegamos a Plaza de España. Muchas lo habían hecho antes, muchas lo hicieron después. Y lo hicimos a un recinto en el que ya estaban desmontando las carpas, pero en el que hicimos nuestra entrada final pasando por meta, inmortalizando una carrera que no solo era una carrera.

Inma Sánchez

Periodista