children-725140Hope es el título en español de una serie americana sobre cómo un joven de 23 años cuida a su hija. Hope son las siglas del European Hospital and Healthcare Federation. Hope significa esperanza en inglés. Y Hope es el nombre de un niño que ha conmovido al mundo.

A finales de enero, la activista danesa Anja Ringgren Loven encontró a un pequeño de dos años desnutrido mientras trabajaba en Nigeria. El niño había sido abandonado por sus padres, que le consideraban un brujo.

Inma Sánchez opiniónLas fotos que colgó Loven en su perfil de Facebook dándole agua dieron la vuelta al mundo y hace unos días, a través de nuevas instantáneas, descubríamos que el niño está muy recuperado, ha ganado peso y tiene una sonrisa en los labios.

Esta es sólo una de las muchas historias que, por desgracia, ocurren hoy día en el mundo. O a lo mejor no. A lo mejor han ocurrido siempre, pero hoy día, gracias a los medios de comunicación y las redes sociales, somos más conscientes del problema. Porque sí que es un problema. Y muy grande.

Los niños son los mayores perjudicados por muchas de las cosas que suceden hoy día en nuestro planeta. Sólo hay que echar la vista atrás para recordar dos casos impactantes como pocos. Uno de ellos fue el de Aylan, un pequeño que falleció en una isla griega frente a la costa turca. Su imagen en la arena hizo al mundo darse cuenta del drama que sufren los refugiados intentando salir del horror de la guerra. Pero él no fue el único que perdió la vida ese día de septiembre; su madre y su hermano también fallecieron.

La imagen se convirtió en un símbolo para muchos, abanderada, dibujada… un llamamiento para que la gente sea consciente de que la realidad es mucho más dura de lo que parece, de la desesperación y el miedo que sufren muchos.

El otro caso que hace plantearse demasiadas cosas es el de Isa Dare, conocido como ‘Yihadi junior’. En enero de este año, el Daesh difundía un vídeo en el que podía verse la ejecución de varias personas en la explosión de un coche. Durante la grabación, aparecía un niño, de apenas cinco años, encargado de pulsar el detonador que hace estallar el vehículo.

Lo peor de todo es que el pequeño ya era conocido. Su madre es Grace Dare, una joven británica que se trasladó a vivir a Siria en 2012, y que ya había difundido previamente en las redes sociales una foto de Isa sosteniendo un fusil Kalashnikov.

¿Hasta qué punto están protegidos los niños? ¿Hasta qué punto podemos protegerlos? La labor de las organizaciones internacionales es increíble, ayudando a todos los que pueden con lo poco que tienen, pero no sólo a ellos se les puede exigir esa protección.

En el caso de Aylan, son muchas, muchísimas las cosas que se podrían haber hecho para evitar su muerte y la de otros muchos en su situación. Igual en el caso de Isa Dare, seguramente inconsciente de su situación, siendo utilizado como instrumento para algo que ni siquiera entiende.

¿Dónde queda su esperanza? ¿Dónde queda la de otros muchos niños? ¿Dónde queda la nuestra? Lo único que espero es que hope no sólo sea una palabra que podemos encontrar en un diccionario, sino que, como el pequeño rescatado en Nigeria, sea algo que se convierta en realidad.

Inma Sánchez
Periodista