Siempre quedábamos en el recreo del colegio. Era el único momento en el que podíamos charlar para ver a qué hora quedábamos, dónde y qué íbamos a hacer. Normalmente, la hora siempre solía ser las seis de la tarde del viernes; el lugar, la Plaza Nueva (en el centro de Sevilla); y lo que haríamos ya iría surgiendo, aunque casi siempre solía ser ir a dar una vuelta y tomar algo.
A las 17.30 horas -siempre he sido de las que llegan a antes-, casi estaba saliendo de casa por si el autobús no llegaba a tiempo (aunque ya le tenía cogida la hora) y a las 17.50 más o menos estaba sentada en uno de los bancos de la plaza esperando a mis amigas y confiando en que llegaran a su hora.
Aunque casi siempre lo hacían, había otras veces que llegaban mucho más tarde por cualquier motivo -habían empezado a arreglarse más tarde, el autobús no venía…- y uno sólo podía hacer una cosa: esperar. Y si ya habías esperado mucho tiempo sólo te quedaba una solución: acercarte a una de las cabinas de teléfonos y llamarlas a casa para confirmar que habían salido y hacerte una idea de cuándo llegarían.
Sé que lo que estoy contando pasó hace algún tiempo -unos 17 años- pero nunca había pensado que fuera tanto cuando, el otro día, esperando en el baño de un centro comercial junto a una cabina de teléfono, un chico de unos 17 años -irónico, ¿verdad?- dijo que ésta era algo prehistórico. ¡Prehistórico!
Me quedé tan asombrada que tardé un rato en reaccionar porque, de verdad, que no me esperaba esa definición. Quizás un “¡Mira, una cabina, qué curioso!” o “¿por qué seguirá habiendo aquí una cabina” pero, ¿prehistórico?
La chica que lo acompañaba reafirmó su aseveración y juntos se marcharon sin más. Y yo me quedé ahí, con cara de pasmarote, pensando que, para los jóvenes de hoy día -y por jóvenes me refiero a aquellos que no llegan a los 20 años- yo usaba algo que, según la definición de la RAE, es “perteneciente o relativo al período estudiado por la prehistoria” o, también, “anticuado, viejo”.
Desde otra de las publicaciones de Grupo Informaria, Agenda de la Empresa, llevamos un tiempo estudiando los avances de la tecnología en sus múltiples facetas, y resulta asombroso lo mucho que se ha avanzado y todo lo que queda por venir. Y lo digo no sólo como periodista que está investigando en todo estos temas, sino como una persona que ha vivido muchos de estos cambios.
Por eso, me resulta curioso que aquellos que han nacido con todos estos cambios ya en pleno apogeo, consideren prehistórico algo que no hace tanto formaba parte de nuestro día a día.
Una simple reflexión final. Me gustaría haberme acercado al muchacho y haberle preguntado cómo definiría él a los dinosaurios si consideraba prehistóricas las cabinas de teléfonos. Sólo por curiosidad…
Inma Sánchez
Periodista