Realidad o ficción, esta jiennense tuvo un papel activo en la conocida Batalla de Bailén, en la que ayudó a combatir la sed de los acalorados soldados españoles

Pudo ser muchas mujeres. O ninguna. Lo cierto es que nadie tiene la verdad absoluta en un pasaje de la historia al que rinde tributo el propio escudo del municipio de Bailén, en la provincia de Jaén. En 1808, España estaba inmersa en plena Guerra de la Independencia, una contienda que se libró durante años y que enfrentó a las tropas nacionales, bajo la alianza con Portugal y Gran Bretaña, con el ejército francés, que perseguía seguir expandiendo el imperio instaurado por Napoleón Bonaparte y hacerse con el trono español para dejarlo a manos de su hermano José.

En su avance por el territorio, la contienda se desplazó hasta Andalucía, donde los soldados de Napoleón se encontraron con un doble obstáculo: el coraje y la resistencia de los lugareños y las altas temperaturas, con casi 45° en el mes de julio. El calor fue el gran enemigo, para unos y para otros, y hacerse con los principales abastecimientos de agua de la zona de conflicto se convirtió en una prioridad y en una de las más potentes armas de combate. Luchar contra un soldado agotado y deshidratado aumenta drásticamente las posibilidades de lograr la victoria. El problema fue que tan sedientos estaban los de un bando como los de otro. En este escenario, cobró gran protagonismo la archiconocida como Batalla de Bailén, pues se trató de la primera derrota en campo abierto de la historia del ejército de Napoléon.

En ella jugaron un papel fundamental los vecinos de la localidad y de pueblos colindantes, miembros también de las trincheras, que abastecieron de agua a generales y soldados en el fulgor de la batalla. Es en este contexto en el que surge el mito en torno a la figura de María Bellido. Cuenta la leyenda que mujeres, niños y ancianos participaron en este suceso, moviéndose entre los combatientes con sus vasijas y cántaros de agua para darles de beber. Hasta el puesto de mando llegó una mujer dispuesta a ofrecer agua al general Teodoro Reding, curtido en distintas guerras y líder de lo acontecido en Bailén. En el momento en el que ofrecía su vasija al dirigente, una bala enemiga impactó de lleno sobre el recipiente partiéndolo en mil pedazos. Ella quiso, no obstante, terminar su faena, por lo que, sin inmutarse, recogió los trozos y volvió a ofrecer al general el agua acumulada en ellos. Gracias a aquella hazaña, Reding alabó su entereza y valentía.

Mucho se ha escrito e investigado sobre aquella mujer, de la que conocemos su nombre, María Bellido, pero hay dudas manifiestas sobre su verdadera identidad. Vecina o no del municipio de Bailén, su historia ha dejado una profunda huella en él. Tanto es así que el escudo de la localidad recoge una imagen de una vasija con agua hecha añicos como parte de su emblema. En plena Avenida del Parador de Bailén, en una zona de entrada al pueblo, se alza sobre una pequeña montaña de piedra, bajo la que descansa una fuente, la escultura de una mujer con un cántaro, en honor a la heroína del agua, que, para muchos, es uno de los símbolos patrios de la resistencia popular contra la invasión napoleónica.

Pero no es el único vestigio de su existencia. Cada año, este municipio jiennense celebra una de sus citas turísticas por excelencia, la recreación en vivo y en directo de esta famosa batalla, a la que acuden, por su singularidad, visitantes de distintos puntos de la geografía española e internacional. Pero no solo reúne a una representación de soldados de un lado u otro de los Pirineos, sino que una entidad local, la Asociación Histórico-Cultural Napoleónica Voluntarios de la Batalla de Bailén, es la encargada de seleccionar anualmente a la mujer que encarna en las fiestas a este mito local, que luce con orgullo el traje de época del pueblo, y, sobre todo, que defiende el valor, la determinación y el arrojo de quien antepuso las vidas ajenas a la suya propia por el bien común.

Isabel Bermejo

Periodista y Consultora de Comunicación