Parece que el Gobierno ha querido anticiparse a los Reyes Magos y nos ha traído el anuncio de una subida del salario mínimo gradual. Llegar a los 850 euros sería una medida justa y muy  esperada. El otro gran tema es el de las pensiones, que han llegado al récord histórico de 8.881 millones, aunque sigue el agravio comparativo para las mujeres por la pensión de jubilación. Esperemos que algún día cercano también lleguemos a cierta igualdad.

Dejando aparte el tema de las pensiones, que a la vista de cómo va la economía en general tendrá que complementarse con planes privados de jubilación, aquí de lo que se trataría es de retribuir justamente a cualquier profesional hombre o mujer por el valor añadido que proporciona al conjunto. No nos engañemos, nuestro salario tiene que ver con la calidad del trabajo que hacemos o, lo que es lo mismo, en función del problema que resuelves a otros. Por tanto, si tu trabajo es rutinario y puede ser automatizado o robotizado, estarás caminando eternamente en el límite de la utilidad de lo que produces, o sea, que te valorarán poco.

Por ello, y aunque no constituya mayor novedad, quiero insistir en la importancia de la cualificación profesional y las competencias, porque el mundo empresarial igual que la socio-economía, va a necesitar gente cada vez más profesional y especializada, lo que representa una auténtica oportunidad para hombres y mujeres. Incluso diría que mayor para las mujeres, pues además de las competencias básicas de conocimiento, habilidad o talento inherentes a cada función laboral, cada vez se valora más la actitud y la competencia emocional, es decir, la  habilidad relacional, la gestión de emociones, la  motivación y la empatía. Todo eso va en el “pack” femenino, si se sabe desarrollar desde cada una de nosotras.

Voy a ser una vez más optimista y compartir con especial ilusión los retos, las vivencias y la esperanza para el año venidero en lo que respecta al rol femenino en la empresa, sin perder de vista el panorama que nos plantea este mundo digital del 4.0 en el que ya estamos y en el que nos hemos acreditado con suficiencia como nuestros colegas masculinos. Ahí están los resultados académicos y la superación que nos lleva a ocupar más puestos de responsabilidad, aunque quizás donde podríamos mejorar -es un aviso para navegantes pre-universitarias femeninas- sería en iniciar grados técnicos como ingeniería, ciencias o matemáticas, las llamadas STEM, porque en estas profesiones va a debatirse el futuro; por tanto, tiene que desvanecerse este tabú por las ciencias y hay que reinventarse porque tenemos la capacidad, los medios y la actitud.

Cada vez que despedimos un año, deseamos que todo lo malo quede atrás y esto es lo mejor de todo, ya que nunca vuelve lo que ya has vivido. La historia es un referente que, al menos para mí, sirve para recordarnos los errores de experiencias pasadas. En cambio, el futuro es el inicio del viaje, está ahí delante, nuevecito y por estrenar. Por tanto, es una oportunidad para poner lo mejor que tenemos y tratar de ilusionarnos con aquello que deseamos hacer, pues nada es mejor que trabajar en lo que más te gusta y conseguir que alguien te pague por hacerlo.

Mª Angeles Tejada

Directora general de Public Affairs de Randstad

Presidenta de honor de FIDEM