“Si no sabes hacia dónde vas, cualquier camino te sirve”. Esta frase que el matemático Lewis Carol le regala a este gato de ojos grandes en el cuento de ‘Alicia en el país de las maravillas’ es un regalo al sentido común. Supongo que por eso la escribió alguien que pensaba y sentía al mismo tiempo, algo que nos resulta común a las personas que somos capaces de imaginar nuestros sueños y nos atrevemos a intentarlos, pero con mucha conciencia y método.

¿Por qué es así? Pues por la sencilla razón de que un ser humano sin objetivos es como un barco a la deriva, y eso es muy común en nuestra sociedad. Recordemos si no a estos niños que se pierden en la escuela porque desconocen su auténtico talento, algo que también le ocurre a mucha gente adulta, y esta desorientación tampoco es ajena a muchos políticos que son incapaces de escuchar a la gente.

Soy de las que creen que cada persona debe compartir con los demás lo que ha aprendido, pues de otra forma se pierde. Por ello, dedico un cierto tiempo de mi vida a la mentorización. Naturalmente, en la fase inicial me preocupo de conocer y determinar cuáles son los objetivos de la persona que tutelo. La verdad es que la mayoría de personas tienen sueños y aspiraciones, pero no han pensado en un plan para ejecutarlo, quizás porque andan por la vida esperando que surja algo que les sorprenda. Por eso, en estos momentos de reinvención personal y para resolver dudas, lo más importante sea centrarse en las cosas que por uno mismo puede cambiar y en aquellas áreas, competencias o actitudes en que se puede marcar la diferencia.

Me atrevo a decir que la clave de casi todo está en el aprendizaje como medio para alcanzar un fin y, claro está, sólo se puede aprender haciéndolo. Es lo que piden las empresas y lo que exige la vida, aprendes a ser mujer comportándote como tal, asumiendo el riesgo de intentarlo a través de los actos en los que, a menudo, debes utilizar mucho más tu intuición que la certeza del objetivo. El tema está en no rendirse nunca y seguir luchando por conseguirlo.

Recuerdo una entrevista que se realizó en Agenda de la Empresa, a la Directora de Cooperación Internacional, Teresa Talavera, que, explicando la repercusión de la innovación en América Latina, anteponía con buen sentido resolver el desequilibrio social y las estructuras, de forma que, lo que entendemos como fuerza laboral, tenga estas capacidades, conocimientos y asuma el aprendizaje de la experiencia europea en diseño de ecosistemas de innovación, que le permita innovar para conseguir soluciones sostenibles y de impacto social, por tanto, eficientes.

No hay otra forma de construir con solidez que partir de la base y creo que, en estos últimos años, el colectivo profesional femenino ha dado un paso importante porque nos hemos dedicado a aprender, compartir experiencias y desarrollar nuestro conocimiento para ponerlo a disposición del mundo de la empresa.

No es ninguna casualidad, el crecimiento del número de mujeres entre los grados universitarios en todas las especialidades y los éxitos de muchas colegas en el emprendimiento de nuevos proyectos, así como el aumento de directivas, un 24% en puestos de decisión y responsabilidad. Aunque debemos acabar de romper estos falsos “techos de cristal” que a menudo nos imponemos a nosotras mismas porque olvidamos que el cristal también es transparente y muchas mujeres en todo el mundo nos están mirando y esperan de nosotras que seamos capaces de conciliar más y mejor, y delegar funciones a nuestras parejas que forman parte del núcleo familiar, no dejar de aprender nunca, incluso cuando nos falte el reconocimiento social y no dejemos de luchar por encontrar el camino que cada una elegimos.

Nuestro talento, competencias y habilidades deben diferenciarnos de los demás, no existen personas iguales, ni falta que hace. Por eso, cada vez más, se busca talento,  personas que puedan aportar cambios e introducir otra forma de entender el trabajo, y sumar entre todos para cambiar sistemas caducos que requieren de una nueva visión de la gestión empresarial.

Si queremos cambiar algo en nuestras vidas, tu fuerza te ayudará a conseguirlo.

“El éxito es la suma de pequeños esfuerzos, repetidos dio tras día”.

Mª Angeles Tejada Barrio

Directora General Public Affairs de Randstad

Presidenta de Honor de FIDEM