La historia de Santoña se puede contar a través de las mujeres que trabajan o han trabajado en las fábricas de conservas de del municipio, honrando un oficio que se transmite de generación en generación.

Mujeres fuertes y valientes, con 40 y 50 años de vida laboral, cada uno de ellos tallado en sus rostros, que empezaron desde muy niñas para ayudar en casa, entregando siempre el dinero a sus madres.

Mujeres que mantenían la casa con su sueldo cuando los hombres no podían salir a faenar, que criaban a sus hijos con la ayuda de la familia y convertían las horas libres en horas extra para llegar a fin de mes. El matriarcado santoñés que ha sostenido la economía del pueblo durante más de un siglo.

Vidas de sacrificio y esfuerzo, de privarse de todo para dárselo a su familia, de soportar larguísimas jornadas laborales en condiciones muy duras. Mujeres de cuyos labios salen las quejas justas, pero abundantes recuerdos de amistad con sus compañeras y amor a un trabajo del que se sienten orgullosas.

Ellas son la memoria de Santoña y recuerdan numerosas anécdotas, nombres relacionados con la conserva que hay que seguir nombrando para que no se pierdan historias y lugares que debemos preservar.

Si se quiere conocer bien el sector conservero, lo mejor es preguntarles a ellas. Explican mejor que nadie el oficio, la evolución que ha experimentado, los cambios en la producción, el ambiente en las fábricas, y cómo el pueblo ha vivido siempre en torno a lo que pasaba en el muelle. Mirando al mar y esperando a quePHOTOGRAPHY sonara la sirena de la venta para despertarse.

Son las responsables de que las anchoas de Santoña sean conocidas y apreciadas en el mundo entero. Conociendo sus historias de trabajo duro y sacrificio aprenderemos a valorar más lo que cuesta hacer un octavillo. Ellas son las manos que hacen la anchoa. Manos de mujeres que tienen mucho que contar.

Desde el movimiento Santoñismo, quisimos darles el reconocimiento que se merecen, el homenaje que llevaban años esperando. El libro ‘Sobadoras de anchoa. Historias de mujeres de Santoña’ es la historia de Santoña contada a través de 35 de sus protagonistas: Esperanza, Carminín, Pili, Silvia, Bea, Carmina, Marina, Loli, Charo, Puerto, Josefa, Rosa… Mujeres que han dado su vida para que las anchoas de Santoña sean conocidas y reconocidas en el mundo entero.

Gracias a ellas y a las generaciones que vienen detrás, podremos mantener un elemento fundamental del patrimonio inmaterial de Santoña: el sobado de la anchoa. Una actividad tradicional y centenaria que debemos conservar, porque es la que da el carácter único a nuestras anchoas.

Nos emociona ver cómo el sobado de anchoa no sólo es valorado en nuestro pueblo y en otros de Cantabria, sino algo cada vez más conocido en todos los rincones de España. A ello ha contribuido mucho la apuesta de Bodega La Fuente por elaborar anchoa de Santoña en sus locales y hacerlo de la manera tradicional, igual que lo hacen nuestras bisabuelas, nuestras abuelas y nuestras madres. Es una señal de esperanza.

Entrar a uno de los locales que Bodega La Fuente tiene en Madrid, Valencia o Cartagena es entrar en Santoña. Y eso para los miles de santoñistas que hay repartidos por España siempre es una alegría. Saber que hay gente tomando el testigo del arte que tienen las mujeres de Santoña elaborando las mejores anchoas del mundo.

Raúl Gil Benito

Integrante del movimiento Santoñismo