62-anos-velas-de-cumpleanos_2725143Llega la primavera y año tras año con ella llega mi cumpleaños, un momento no tanto de celebraciones, aunque mis amigos intenten con el cariño que les caracteriza festejarlo y festejarme, sino una ocasión para reflexionar. Este año, el pensamiento que me ha rondado todo el día por la cabeza era conseguir, en los años que me quedan de vida y espero que sean muchos, no estorbar nunca y a nadie. Una perspectiva, creo positiva, sea desde el punto de vista moral o intelectual. Un deseo de comedimiento, sobriedad y austeridad se abre paso en mí desde hace algunos años. En el fondo, siempre me ha gustado ir por la vida ligero de equipaje. Con un “traje sin bolsillos”, que, según dicen en Nápoles, habría de ser la indumentaria del último viaje. Creo que el bagaje que uno de 62 años recién cumplidos tiene que llevar en la vida tendría que contener un traje multiuso, sin colores intrusos y escandalosos, para adaptarse a todas las circunstancias y para que se sientan cómodos los transeúntes que encuentra, un accesorio funcional e indispensable y con el acopio de sabiduría que los años y la experiencia han ido regalando. El bagaje siempre ha sido metáfora de un modelo de existencia que ve, en el “perder” y en el despojarse, una forma de riqueza que goza de la liberación de necesidades, que no teme al desposeimiento y a la privación que encaminan al “sin”. Este ha sido un Informaria 083cumpleaños donde la reflexión me ha regalado palabras tan hermosas como frugalidad, moderación, mesura, contención, concisión, sencillez…, realidades que pueden proteger del cansancio de no entender, de la tomadura de pelo de algunos políticos, de los dimes y diretes del falso periodismo, de las mentiras y la demagogia “mitinera”, del mal gusto y de la mala educación. En un mundo donde la mediocridad hace más ruido que la honradez, donde se predican desde los populismos modelos de escasez y no de abundancia, donde se evidencia la posesión de las tecnologías y no el uso que al servicio del ser humano podamos hacer de ellas, donde la ignorancia da la vuelta al mundo a diario aprovechándose de 140 caracteres y la cultura y los valores se cubren de polvo en las estanterías de bibliotecas y librerías, la levedad se convierte en una hipótesis de salvación.

La humillante vulgaridad que se exhibe cada día en los medios de comunicación, la manía de esa mala política que obliga a sus líderes a hablar de cosas que ignoran para más tarde desmentirlas con gran grandilocuencia, ese típico lenguaje de mentirosos, esa obsesión de querer decir la última palabra sobre todo, confundiendo los intereses de los ciudadanos con los propios, hace que los ciudadanos tengamos la sensación de haber perdido la gravedad y flotar en el espacio como astronautas que no saben en qué punto del universo se encuentran. Ante ese panorama tan frustrante de arenas movedizas, no se puede recurrir a la resignación. No hay más remedio que buscar protección y hacerse con una brújula vital que nos ayude a transitar serenos por ese trecho de camino largo o corto que aún nos queda.

Contra la pesadez, ligereza, suavidad, sutileza…, pero con el peso específico que puedan aportar la experiencia y toda la sabiduría posible. Cada cumpleaños me regala la oportunidad de renacer, de despertar sin grandilocuencias, ni altisonancias, sin arrogancia. Y se sigue caminando. ¡Seguimos!

Manuel Bellido
@mbellido