Cuando estamos tan ocupados en nuestras ciudades, viviendo a caballo entre la dependencia de los smartphones o PC´s , las citas y esta selva del bussiness, nos olvidamos a menudo que gran parte del mundo rural sobrevive gracias a las mujeres, más del 35%  en la UE según el informe Estadísticas de Agricultura que publica Eurostat. Naturalmente nos referimos a estadísticas oficiales, que no reflejan para nada lo que ocurre realmente en el mundo agrícola y ganadero. Baste dar una vuelta de fin de semana por nuestras zonas rurales y veremos que el peso del trabajo en granjas y campos convive a medias entre hombres y mujeres, pero además, las mujeres asumen la mayor parte de las tareas domésticas.

No creo descubrir nada nuevo, pero una vez más se pone de manifiesto que hay una minoría silenciosa que difícilmente tiene acceso a la mediática o a la formación que permitiría grandes avances para ellas y que trabaja en silencio, posiblemente con muy poco reconocimiento y cuya visibilidad no acostumbra a ir más allá de los vecinos.

Por eso, desde esta tribuna que trato de dedicar al trabajo de las personas y, especialmente de las mujeres, quiero unirme a aquellas colegas que hace unos días en Madrid abrieron un debate junto a UPA para sensibilizar a la Comisión Europea dentro del Programa de Política Agraria Común (PAC), a fin de que se creen iniciativas y, de paso, se doten fondos para mejorar el trabajo de las mujeres rurales, especialmente ayudándoles a su desarrollo profesional y favoreciendo su promoción y mejor formación, especialmente en la emprendeduría.

Por mucho marketing que invirtamos para mostrar mujeres con traje de chaqueta, tomando decisiones como ejecutivas o dándoles visibilidad tanto en la política -me parece genial que hayamos superado todos los ratios en equipos de gobierno- también en la universidad y en algunos -muy pocos- consejos de administración, hace falta recordar que al lado de las ciudades hay un mundo del que nos alimentamos y disfrutamos en nuestro ocio, que es 10 veces mayor y allí es donde vive gente que trabaja de sol a sol, a menudo en condiciones infrahumanas, pero del que nadie habla.

Parece que no sirve para mucho evidenciar los constantes agravios comparativos y la discriminación laboral a todos los niveles, a pesar de que nuestras universidades están graduando a más mujeres todos los días, hay una cierta voluntad en irlo cambiando y, sobre todo, una decisión firme por parte de las mujeres que no dejaremos de demostrar cada día  que a nosotras nos preocupa mucho la “mediocridad” general masculina y, por eso, nos esforzamos tanto en superarla.

Creo que existe una oportunidad seria para este colectivo rural de mujeres, si se atreven a embarcarse en un proyecto, poniendo a prueba su emprendeduría. Nosotras, y todas las asociaciones de mujeres empresarias y directivas, vamos a apoyarlas, porque, para emprender, solo hace falta tener un sueño, la voluntad de llevarlo a cabo y muchas ganas de trabajar. Las mujeres que hemos tenido que levantar una familia, con ayuda claro está, pero siempre estando presentes y,  de eso, sabemos mucho.

Mª Ángeles Tejada, Directora. General de Public Affairs de Randstad

Presidenta de Honor de Fidem