Por primera vez en la historia dos mujeres harán una caminata espacial. Se trata de Christina Koch y Anne McClain, de la Agencia norteamericana del Aire y Espacio (NASA), quienes viajarán el próximo 14 de marzo desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán) a la Estación Espacial Internacional (EEI) a bordo de la nave espacial Soyuz Ms-12.

Esta noticia, al igual que tantas otras sobre la mujer en el espacio actualmente, ha contado con una gran difusión en los medios de comunicación, pero no siempre ha sido así, sino que la historia de las mujeres en el sector aeroespacial ha estado llena de obstáculos.

Es el caso del fallido programa Mercury 13, un programa secreto y con fondos privados de la década de los sesenta, creado por William Randolph «Randy» Lovelace II para llevar al espacio a la primera mujer astronauta. En el marco de este proyecto se seleccionaron a un total de 13 mujeres pioneras en el campo de la aviación para que se sometieran a las mismas pruebas físicas y psicológicas a las que se habían sometido a los hombres del programa Mercury 7. El propósito de Lovelace era demostrar que las mujeres también podían superarlos y, en definitiva, convertirse en astronautas. Y, de hecho, las participantes superaron, en algunos casos, las marcas registradas por los hombres. Aun así, no fue suficiente ni para la NASA, que abortó el programa, ni para los astronautas referentes de la época, quienes no le ofrecieron su apoyo.

En esta línea, la historia de Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson quienes, a comienzos de los años 60, ayudaron a la NASA a poner en órbita al astronauta John Glenn, no fue apenas conocida hasta que el realizador Theodore Melfi la llevó a la gran pantalla con la película Figuras Ocultas hace apenas tres años. Un año más tarde, la NASA dio el nombre de Katherine Johnson a su Centro de Verificación y Validación, en Virginia Occidental.

De este modo, y a pesar de que haya diversos nombres propios como Mae Jemison, primera mujer afroamericana en viajar al espacio; Kalpana Chawla, primera mujer de la India; Eileen Collins, primera piloto y comandante del Transbordador Espacial, o la pionera de la historia espacial, Valentina Tereshkova, cosmonauta soviética y primera mujer en el espacio, entre otras; la realidad es que tan solo el 11% de las personas que han estado en el espacio son mujeres, un total de 60 mujeres de 550 astronautas.

Hace poco me topé con una noticia que explicaba que esta “escasa presencia” se debía a que las mujeres son más sensibles a la radiación espacial que los hombres y que en las misiones al espacio el cuerpo de los astronautas se ve sometido a presiones y campos de radiación diferentes. Para combatir esta sensibilidad se había creado el proyecto SR2S (Space Radiation Superconductive Shield) con el fin de desarrollar un nuevo blindaje capaz de proteger las naves espaciales en sus viajes dentro del espacio. Este sistema pretende crear un campo magnético protector 3.000 veces superior al que existe en la Tierra evitando que la exposición a la radiación dejara de ser un problema para su salud.

De una u otra forma, la presencia de la mujer en el sector aeroespacial ha sido históricamente una carrera de obstáculos y nunca ha contado con la suficiente visibilidad. Pero, a pesar de ello, no hay duda de que la conquista del espacio no se podría escribir sin ELLAS.

María Cano Rico