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El mes de mayo ha llevado a la gran pantalla diversos títulos cinematográficos, entre ellos, la última y esperada película de Icíar Bollaín, El Olivo. Una cinta que narra la historia de Alma, una joven de 20 años que trabaja en una granja de pollos de Castellón. Su abuelo, la persona que más le importa, dejó de hablar hace años y Alma está obsesionada con la idea de que lo único que puede hacerle recuperar el habla es encontrar un olivo que vendió su familia contra su voluntad hace 12 años. Para ello, Alma se embarca en un viaje por Europa con el fin de encontrar a este milenario olivo.

María CanoÉsta es la tercera película que Icíar Bollaín y Paul Laverty realizan juntos y cuyo guion surgió después de que Laverty leyera un artículo sobre cómo se había arrancado un árbol milenario en Castellón con el boom inmobiliario. Un estreno que me ha hecho hacer un repaso mental de las cintas de esta gran realizadora. Una directora con una trayectoria cinematográfica impecable, que no deja de sorprender con la elección de sus temas y, especialmente, con el modo de llevarlos a la gran pantalla.

Todas sus películas muestran al espectador una historia que, tras su guion, guarda más de realidad que ficción. Así, mientras que en Te doy mis ojos relataba la historia de Pilar, una mujer golpeada por la violencia de género, en También la lluvia se trasladaba a Cochabamba (Bolivia), donde la privatización y venta del agua a una multinacional marcó el punto de inicio de la Guerra Boliviana del Agua del año 2000. Asimismo, Flores de Otro Mundo retrataba la vida de una mujer dominicana en España en situación ilegal. Y en Katmandú, un espejo en el cielo cuenta la historia real de Victoria Subirana, una maestra catalana, nacida en 1959, que se va a trabajar a una escuela de Katmandú con el fin de luchar contra el analfabetismo de la sociedad nepalí. También en el cortometraje 1, 2, 3… CASA, que escribió y dirigió hace apenas cuatro años, Bollaín mostraba la labor de Aldeas Infantiles SOS y la situación de precariedad que viven miles de niños en España.

Al igual que Icíar Bollaín, algunos realizadores se han especializado en esta tendencia de cine social. Cineastas que contribuyen a la difusión de diversos temas que todos deberíamos conocer y que convierten a una determinada película en una auténtica lección magistral. La elección de determinadas materias, la sensibilidad en su tratamiento y la calidad técnica de la proyección hacen que sus guiones se conviertan en una herramienta de enseñanza para sus espectadores.

Y es que, qué duda cabe que uno de los principales valores del cine es el de educar. La importancia histórica del cine, al igual que el de otras expresiones artísticas como el teatro, la literatura o incluso la pintura, es innegable. Una herramienta que, en muchas ocasiones, ha sido utilizada para poder tratar de forma velada determinadas materias que, en caso contrario, no se hubieran podido siquiera comentar. Una herramienta utilizada por otros muchos con un fin de denuncia social.

María Cano Rico