El pasado mes de noviembre finalizó con 3.474.281 de personas desempleadas, según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE): 1.465.663 de hombres y 2.008.618 de mujeres. Y, concretamente, de las 7.255 personas más sin trabajo que se registraron en este mes, 6.969 fueron mujeres. Sí, el 96% de los nuevos desempleados que deja noviembre son mujeres. Un dato que muestra, una vez más, el desequilibrio existente entre ambos géneros.

El empleo puede convertirse en algo que nos identifica, que nos realiza e incluso que nos hace felices, pero, ante todo, es algo que nos aporta autonomía, independencia económica y personal. Y esta idea hay que tenerla en cuenta a la hora de analizar los datos publicados por el SEPE. Hay que interpretarlos teniendo en cuenta lo que realmente implican, y tal y como se merecen esos más de dos millones de mujeres que en España desean y buscan un empleo pero no lo consiguen; esos más de dos millones de mujeres que luchan cada día por ser independientes y, desde su posición, intentan que el equilibrio de género esté más cerca de ser realidad.

Y es que, aunque no deberíamos de estar acostumbrados a estos datos, viene siendo algo habitual que el mercado laboral en España esté marcado por una mayor cifra de desempleadas. Y, en esta línea, otro dato: las españolas cobran un 14,9% menos que sus colegas masculinos, según datos publicados por la Comisión Europea (CE) hace un par de meses. Inconcebible que una mujer esté inferiormente remunerada por realizar las mismas funciones en idénticas condiciones laborales. La brecha de género forma parte del día a día de la sociedad española y se sitúa como una cuestión muy denunciada, pero igualmente recurrente que el desempleo femenino.

En principio, las administraciones y empresas están impulsando diversos programas y medidas para equilibrar la balanza, impulsar la contratación femenina y fomentar el liderazgo de las mujeres, pero teniendo en cuenta los datos de género, todavía estamos muy lejos de alcanzar la plena igualdad, no solo ya desde un punto de vista general, sino también en la empleabilidad. Quizás sea cuestión de tiempo, quizás haya que impulsar un mayor número de programas o, simplemente, se trate de que haya una mayor comunicación y colaboración entre todos los agentes protagonistas, que de verdad luchen de forma conjunta y en primera persona contra este PROBLEMA que afecta a todos y todas por igual. Ellas lo merecen.

María Cano Rico