El jueves pasado nos despertábamos con la noticia de la detención de 35 mujeres iraníes por acudir a un partido de fútbol en el estadio Azadí, en Teherán, donde se enfrentaban los equipos Esteghlal y Persepolis FC. Como lo leen, ¡POR ACUDIR A UN PARTIDO DE FÚTBOL! La respuesta del Ministerio del Interior, que acentúo “no fueron arrestadas sino trasladadas a un lugar adecuado”, fue que “estas 35 mujeres fueron liberadas tras el partido”.

Un día antes, la activista por los derechos de las mujeres Masih Alinejad, exiliada en Estados Unidos, pidió a las iraníes a través de redes sociales que acudieran a este encuentro en el que estaría presente el presidente de la FIFA, Gianni Infantino. Otras mujeres se unieron a las protestas en la red social, en la que reclamaron que ir a los partidos es «un derecho básico» y que «era la mejor oportunidad para romper un tabú de 35 años».

El Gobierno iraní prohibió a las mujeres asistir como público a los partidos de fútbol tras la Revolución Islámica de 1979. Tan solo en 2006, y de forma puntual, las mujeres pudieron acudir a un partido de clasificación para el Mundial de Fútbol de Alemania. En 2015, la vicepresidenta para Asuntos de la Mujer y la Familia, Shahindokht Molaverdi, aprobó la normativa que regulaba el acceso femenino a los estadios, pero el Gobierno accedió ante el empuje de los sectores más conservadores que se oponían a las reformas sociales en pro de la igualdad.

Justo hace un par de meses hablábamos en este mismo espacio de cómo Arabia Saudí, situada en el puesto número 137 de los 144 del Índice Global de la Brecha de Género, permitió que las mujeres asistieran por primera vez a ver un partido de fútbol en estadios, aunque debían hacerlo en una zona reservada para ellas. Esta medida se unía a otras normas que el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán había impulsado a lo largo del último año, como la de permitir a las mujeres que pudieran sacarse el carnet de conducir, y que habían influido para que este país ultraconservador escalase cuatro puestos en este ranking, mientras que el Gobierno iraní descendía aún más.

En materia de igualdad, Irán se compara con Arabia Saudí, afirmando que las mujeres votan desde tiempos del sha, conducen, trabajan, son mayoría en la universidad y ocupan cargos destacados en el Gobierno. Pero la verdad es que la revolución de 1979 con el ayatolá Ruholah Jomeini a la cabeza supuso una merma en las libertades sociales, políticas, judiciales y económicas de la mujer. Se impuso el uso obligatorio del velo, las mujeres perdieron la custodia de sus hijos en caso de divorcio, su testimonio valía menos que el de un hombre ante un tribunal y pasaron a estar vetadas en el estamento judicial y, durante un tiempo, también como abogadas.

La llegada al poder de Hasan Rohani en 2013 marcó un atisbo de esperanza para los sectores aperturistas de la sociedad iraní y, en su campaña para la reelección en 2017, prometió incluir a más mujeres en el Gobierno e impulsar “más” reformas en defensa de sus derechos, lo que le permitió captar gran parte del voto femenino.

Pero aun así nos encontramos, además de con estas 35 detenidas por acudir a un estadio de fútbol, con la detención hace apenas un par de meses de 29 mujeres que se quitaron el velo islámico en señal de protesta contra su obligatoriedad. Esta protesta, enmarcada en una campaña contra el hiyab obligatorio conocida como #whitewednesdays (Miércoles Blancos), ha sido secundada por varias mujeres que han publicado en redes sociales fotografías agitando los velos en lugares públicos de Teherán y otras ciudades. Tal y como indicaba la activista Alineyad, las mujeres «no están luchando contra una prenda de ropa, sino contra la ideología detrás de la obligatoriedad de llevar hiyab».

Este grupo de mujeres, activistas y pioneras, han decidido dar un paso al frente y, a través de estos gestos, muestran su valentía día a día. Y, aunque aún queda mucho camino por recorrer en materia de igualdad,  estas ansias de cambio están impulsando un incipiente movimiento de liberación de la mujer. Y aunque aún sea precipitada, al tiempo que optimista esta afirmación: ¡parece que algo comienza a moverse en Irán!

María Cano Rico

Foto Twitter: @AlinejadMasih