Estados Unidos es el tercer país más poblado del mundo y encabeza los rankings de los más evolucionados. Aun así, está muy por detrás de otros países en los que a igualdad de género se refiere. Concretamente, tiene una brecha de género del 71,8%, situándose en el puesto 49 desde un punto de vista mundial, según el Índice Global de la Brecha de Género 2017.

Una posición que ha variado en gran medida en los últimos 12 años. Así en 2006 se situaba en 23ª posición con un 70,42%, en 2007 en 31ª con 70,02%, en 2008 en 27ª con 71,79% y en 2009 en 31ª con 71,73%. En 2010 y 2011 registró sus mejores resultados, situándose en 2010 en 19ª con el 74,11% y en 2011 en 17ª con 74,12%. Y en 2012 perdió varias posiciones situándose 22º con 73,73%. En 2013 se situó en 23ª posición con un 73,92%, en 2014 en 20ª posición con un 74,63%, en 2015 en 28ª posición con un 74% y en 2016 en 45ª posición  con un 72,20%. De este modo, se observa cómo ha descendido, nada más y nada menos, que más de 20 puestos en dos años.

Y la política es uno de los ámbitos en donde la desigualdad ha sido más visible. Así, hasta el momento, había tan solo 23 mujeres entre los 100 senadores y 84 entre los 435 congresistas. Pero este pasado mes de septiembre la tendencia dio un vuelco. Más de 475 mujeres presentaron su candidatura para llegar a la Cámara cuando el récord anterior se situaba en 298; y en el Senado fueron un total de 53 mujeres mientras que la cifra más alta registrada con anterioridad se situaba en 40.

Así, las elecciones legislativas de EE. UU., celebradas el 6 de noviembre, han sido un reflejo de esta línea ascendente, ya que 95 mujeres han llegado a la Cámara de Representantes frente a las 84 que había; y, en el caso del Senado, han sumado 13 escaños más 10 que no habían salido a reelección. De este modo, las cifras de participación femenina, tanto en las votaciones como en el número de candidatas, a pesar de estar muy lejos de la equidad, se han disparado marcando una tendencia al alza sin precedentes. Algunos nombres propios son Alexandria Ocasio-Cortez, quien, con 29 años, se convierte en la mujer más joven en sentarse en el Congreso de Estados Unidos; o Sharice Davids y Deb Haaland, quienes han hecho historia al convertirse en las dos primeras indígenas americanas en entrar en la Cámara.

Y es que, aunque a lo largo de la historia de EE. UU., han destacado diversas mujeres en la política como Victoria Woodhull (Equal Rights Party), Belva Lockwood (National Equal Rights Party), Margaret Chase Smith (Partido Republicano), Charlene Mitchell (Partido Comunista), Shirley Chisholm (Partido Demócrata), Patsy Takemoto Mink (Partido Demócrata), Isabell Masters (Looking Back Party), Lenora Fulani (New Alliance Party), Gloria La Riva (Partido Socialismo y Liberación) o, más recientemente, Hillary Clinton, ninguna ha llegado a presidir el Despacho Oval de la Casa Blanca. ¿Será en 2020, tras los cuatro “largos” años de mandato de Trump, cuando oscile la balanza?

Esperemos que sí, que cada vez haya más mujeres en la política estadounidense para así disminuir la “profunda” brecha de género existente en el sector, y que se empiece a valorar el trabajo femenino en función de su calidad sin tener en cuenta el género. Este año hemos presenciado cómo el país ha hecho historia al nombrar a Stacey Cunningham como primera presidenta en la Bolsa de Nueva York en sus más de dos siglos de historia o cómo ha designado a Laura J. Richardson para liderar el comando más grande del ejército de EE. UU., compuesto por 776 mil soldados y 96 mil civiles. ¡Esperamos expectantes nuevas historias protagonizadas por estas mujeres pioneras y, ante todo, emprendedoras!

María Cano Rico