How many roads must a man walk down

Before you call him a man?

How many seas must a white dove sail

Before she sleeps in the sand?

Yes, and how many times must the cannon balls fly

Before they’re forever banned?

The answer, my friend, is blowin’ in the wind

The answer is blowin’ in the wind

Así comienza ‘Blowin in the Wind’ o ‘Soplando el viento’, una de esas grandes canciones de la historia de la música contemporánea que nos hace reflexionar sobre temas como la paz, la guerra o la libertad. “La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento”. Su autor, el músico y compositor Bob Dylan, Premio Nobel de la Literatura 2016 “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”.

Un Premio Nobel marcado por la polémica. Por un lado, por el desconcierto de que el premio más María-Canointernacional de las letras recayera en un músico. Uno de los mejores de la historia, sí, pero músico. Y, por otro, porque durante los cuatro días posteriores a la publicación del galardón, Dylan no respondía a las llamadas de la Academia Sueca. Hace apenas unos días, el pasado viernes 28 de octubre, la Fundación Nobel emitió un comunicado en el que aseguraba que el compositor se puso en contacto con la Academia para confirmar que aceptaría el premio y que agradecía ese gran honor. «La noticia del Premio Nobel me dejó sin palabras», indicó. De este modo, ¡cuestión solventada!

Con respecto a que el Nobel de Literatura haya recaído en Bob Dylan y, a pesar de que hayan surgido numerosos detractores, puede analizarse como una ventana al aperturismo. Un premio a la creatividad y a la armonía de una profesión. Ya lo sé, sé que soy subjetiva, ya que desde mi infancia canciones como ‘Blowin in the Wind’, ‘Don’t Think Twice’, ‘It’s All Right’, ‘Tangled Up In Blue’, ‘Things have changed’, ‘Like a Rolling Stone’ o ‘Lay Lady Lay’ me han acompañado en mis grandes decisiones. Pero, además, no hay un nobel de música y, para qué negarlo, es imposible disociar la inquebrantable unión que poseen la literatura y la música. Al fin y al cabo, el año pasado recayó en la cronista bielorrusa Svetlana Aleksiévich, que tampoco es estrictamente literatura en el sentido tradicional.

Tras los intensos debates sobre este Nobel, cabe plantearse si no es más controvertido que ninguna mujer haya sido premiada en 2016. O, aún peor, que desde que nacieron los premios, en 1901, tan sólo lo hayan obtenido 49 mujeres frente a 832 hombres o que sólo 17 de ellas lo hayan recibido en alguna de las áreas científicas.

La primera y única mujer científica que ha ganado dos veces el Nobel fue Marie Curie, en 1903 en Física y en 1911 en Química. Tras ella, habría que esperar a 1935 para que lo obtuviese otra mujer en el ámbito científico, concretamente su hija, Irène Joliot-Curie, en Química. Más adelante, en 1947 lo consiguió Gerty Theresa Cori en la categoría de Medicina y en 1963 Maria Goeppert-Mayer en Física. Previamente, habían obtenido el Nobel de la Paz Bertha von Suttner (1905) y Jane Addams (1931) y el de Literatura Selma Lagerlöf (1909), Grazia Deledda (1926) o Sigrid Undset (1928).

De este modo, la historia de los Premios Nobel ha estado marcada por la invisibilidad de la mujer. Una invisibilidad que, con el transcurso de los años, ha sufrido una evolución positiva, ya que mientras que en el siglo XX fueron galardonadas 30 mujeres, en los 16 años del siglo XXI han sido premiadas 19, pero que, aun así, está a años luz de vislumbrar la igualdad.

María Cano Rico