Bajo este lema, la activista marroquí Betty Lachgar, portavoz del Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales, impulsó la movilización de miles de mujeres marroquíes -a través de un manifiesto en la cuenta de Facebook de la entidad- frente a una campaña que decía: ‘Se un hombre. Cubre tus mujeres’. Lanzada a inicios de la época estival en las redes sociales del país vecino, este movimiento defendía que, basándose en las palabras del Corán, las mujeres debían ir a la playa tapadas, en lugar de hacerlo con un bikini o bañador.

Este es uno de los muchos sucesos que nos hacen reflexionar sobre el punto en el que se encuentra Marruecos en materia de igualdad. Y es que, según un estudio lanzado en 2018 por ONU Mujeres, para el 60% de los hombres encuestados, una vestimenta femenina que se considere «provocativa» legitima la violencia sexual. De hecho, informa la entidad, que “una mujer que sale de casa y está en espacios públicos de Marrakech tiene que eludir casi a diario todo tipo de comentarios sexuales no deseados, tocamientos o incluso agresiones”.

El Índice Global de Brecha de Género, al que en tantas ocasiones nos remitimos, sitúa a Marruecos en el puesto 136 de 144 países, con una puntuación de 0,538 sobre 1 en igualdad. Y, ¡no es para menos!, ya que la situación de la mujer dista en gran medida a la del género masculino desde el punto de vista educativo, económico, jurídico y social en general.

Cuando en 2004 Mohamed VI llegó al poder, aprobó el código de familia marroquí, La Mudawana. Este texto, que en principio parecía ser aperturista y situaba a Marruecos a la cabeza de los países árabes en materia de igualdad con diversas medidas como la ampliación a los 18 años de la edad mínima del matrimonio -anteriormente se situaba en los 15 años-, tiene ciertas lagunas que respaldan todo tipo de abusos contra la mujer. Así, permite el divorcio en el caso de que la mujer sea abandonada, víctima de abusos físicos o el marido se case con otra mujer, pero el proceso es tan largo y complicado que la opción es en muchas ocasiones rechazada. Además, permite la poligamia en el caso de los hombres, y establece que las mujeres heredaran la mitad de lo que reciba un hombre en sus mismas condiciones. Por otra parte, según este texto normativo, la tutela de los hijos sigue siendo potestad del padre en caso de separación, aun cuando la custodia la tenga la madre.

La gran mayoría de los hombres marroquíes y un gran porcentaje de mujeres ven tristemente con naturalidad estas y otras situaciones que día a día se repiten en Marruecos. Situaciones que no hacen más que alimentar la desigualdad de un país que vive bajo el yugo del patriarcado.

Un país que no ofrece libertad ni seguridad a las mujeres y que ha sido tildado, en ocasiones, como uno de los más liberales para la mujer en el mundo árabe, pero al que aún le queda un largo camino por recorrer.

Un país que debe promover el empoderamiento de la mujer, así como el acceso a la educación reglada de las niñas y adolescentes; además de una mayor implicación femenina en la vida política, su independencia económica, la mejora de su salud sexual y reproductiva; y, por supuesto, la lucha contra la violencia de género y el acoso de género. Todo ello es primordial para que, como indicaba la activista Betty Lachgar, Marruecos sea un país con MUJERES LIBRES. 

María Cano Rico

Periodista