Con un 41,59% de los votos en la primera vuelta y un 58,35% en la segunda y decisiva ronda, Zuzana Caputova ha sido elegida presidenta de Eslovaquia, venciendo al actual vicepresidente de la Comisión Europea, Maros Sefcovic. Se convertirá así, a partir de junio de 2019 -una vez finalizado el mandato del presidente actual, Andrej Kiska-, en la primera mujer que presidirá el país. Con un discurso basado en la lucha contra la corrupción, el ecologismo y los derechos LGTBI, su victoria abre la esperanza hacia un cambio de sociedad más democrática y proeuropea. De hecho, Caputova fundó el partido Progresivne Slovensko (Eslovaquia progresista), que se someterá por primera vez al voto de la población en las elecciones al Parlamento Europeo del 26 de mayo, con un mensaje claramente europeísta.

Sin apenas experiencia política, los valores promovidos durante su campaña han sido, entre otros, la compasión, la tolerancia y la verdad. Y es que la nueva jefa de estado ha sido calificada por muchos como una firme defensora del ecologismo. De hecho, en 2016 fue reconocida internacionalmente con el Premio Medioambiental Goldman -que reconoce anualmente el trabajo de activistas medioambientales en las distintas regiones del mundo- por luchar desde 1999 contra un basurero ilegal en Pezinok, su pueblo natal. En 2013, 14 años más tarde, consiguió que el Tribunal Supremo eslovaco reconociera que la infraestructura no respetaba las normas medioambientales.

Caputova también ha destacado por su firme denuncia al asesinato del periodista Ján Kuciak, quien fue hallado muerto a la edad de 27 años en su vivienda, cerca de Bratislava, en febrero de 2018, junto a su prometida, Martina Kušnírová,  por sus investigaciones sobre corrupción para el portal de noticias Aktuality.sk.

De este modo, el 15 de junio será, por tanto, un día clave en la historia de la política eslovaca, el día en el que tomará posesión la primera presidenta. Un punto de inflexión en un país con una población de 5,4 millones de habitantes, y cuya presencia femenina en política ha brillado por su ausencia. Y es que la representación de la mujer en la política eslovaca ha sido prácticamente simbólica. Así, y aunque haya experimentado un leve repunte a lo largo de los últimos años, la cifra de ministras se situaba en 2018 en el 33,3%, el número de parlamentarias en el 20% y la cifra de gobernadoras en el 12,5%. De este modo, y aunque Eslovaquia haya impulsado “algo” el equilibrio de género en diversos sectores, sigue siendo uno de los países más desiguales de Europa, por lo que la elección de Caputova supone un soplo de aire fresco para el país, uniendose así a Ángela Merkel, canciller de Alemania; Evelyn Wever Croes, primera ministra de Aruba; Sheikh Hasina Wajed, primera ministra de Bangladesh; Mia Mottley, primera ministra de Barbados; Kilinda Grabar Kitarovic, presidenta de Croacia; Kerstib Kaljulaid, presidenta de Estonia; Sahle Work Zewde, presidenta de Etiopía; Salomé Zurabichuili, presidenta elegida de Georgia; Katrin Jakobsdottir, primera ministra de Islandia; Hilda Heine, presidenta de Islas Marshall; Dalia Grybauskaite, presidenta de Lituania; Marie Louise Coleiro Preca, presidenta de Malta; Saara Kuugongelwa Amadhila, primera ministra de Namibia; Bidhya Devi Bhandari, presidenta de Nepal; Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda; Erna Solberg, primera ministra de Noruega; Theresa May, primera ministra de Reino Unido; Viorica Dancila, Primera ministra de Rumanía; Ana Brnabic, primera ministra de Serbia; Halimah Yacob, presidenta de Singapur, y Tsai Ing-wen, presidenta de Taiwán. Una veintena de mujeres que actualmente llevan las riendas de sus países, en concreto 22 del total de 194 que hay en el mundo. En este punto, y más allá de porcentajes y cuotas, me pregunto: ¿cuánto habrá que esperar para alcanzar una igualdad plena en política?

María Cano Rico