Seguro que en más de una ocasión hemos oído esta pregunta, incluso nosotros nos la hemos planteado alguna vez. Es un deseo a la vez que un miedo el llegar a tomar iniciativas en nuestra vida, profesional y personal.

La respuesta es incierta, me atrevería a afirmar que imposible de responder con un categórico “SÍ” o “NO”. Lo que vamos a analizar brevemente en este artículo es cómo desarrollar en los alumnos, en nosotros, las habilidades sociales que nos faciliten en un momento determinado poder tomar la iniciativa que deseemos.

Por un lado, tiene gran importancia reforzar las habilidades sociales que nos capacitan en la interacción con el otro de manera autónoma. Estas habilidades hacen referencia a un conjunto de estrategias de comunicación que entrenamos a lo largo de la vida y que posibilitan que nos adaptemos al contexto y personas con las que interactuamos. Por otra parte, la habilidad de escucha nos capacita para entender a los demás. Saber escuchar es aparentemente una aptitud sencilla; sin embargo, es la más difícil de llevar a la práctica. Implica identificar el contenido de las expresiones verbales y no verbales, acompañados de un mensaje no verbal activo y contacto visual, adaptando incentivos verbales que confirmen nuestro seguimiento de la conversación. Estar pendientes de lo que el otro quiere decirnos, evitando interrumpir, juzgar rechazar lo que el interlocutor nos quiere transmitir.

IMG_20160428_112430Asimismo, la habilidad de empatía nos capacita para valorar lo que sienten los que nos rodea. Entender el sentimiento del otro requiere un entrenamiento en escuchar las emociones, intentando entender los motivos que transmite, observando con atención y adaptando comportamientos no verbales similares a los del otro, intentando ser espejo de sus expresiones. No es necesario estar de acuerdo para comprender como se siente.

Además, la habilidad de autoconocimiento nos capacita para reconocer nuestras aptitudes y debilidades, para decidir nuestro camino de la manera más acertada. Es importante tener presentes nuestras potencialidades para estimular al máximo las capacidades, así como saber cuáles son nuestras dificultades para poder solventarlas. Conocerse bien a uno mismo genera una autoestima acorde con la realidad, ayudando a enfrentarnos al fracaso como proceso de aprendizaje.

Y, finalmente, la habilidad de esfuerzo nos capacita para desarrollar la resiliencia ante el fracaso para que forme parte de nuestro avance, no de nuestro abandono. Hablamos mucho de la capacidad intelectual para superar barreras académicas y tenemos muy presente la capacidad social para superar las barreras emocionales. Sin obviar estas aptitudes, lo que debemos siempre potenciar es el esfuerzo, aptitud básica para conseguir objetivos y metas que nos encontremos en nuestro camino.

Este trabajo debe iniciarse en los primeros años de vida y reforzarse en la etapa adolescente para afianzarse en la vida adulta. Claro está que deberemos ser coherentes desde el contexto escolar y familiar. La sociedad reclama personas críticas, independientes, autónomas que puedan destacar en un momento concreto. Ser emprendedor es tomar las riendas del camino que nos encontremos, sabiendo tomar decisiones acordes con el coste riesgo-beneficio que conlleve.

Cuando trabajamos en los alumnos las habilidades necesarias para ser capaz de emprender, sin tener como objetivo el emprendimiento, posibilitamos que tomen iniciativas en los momentos necesarios que les haga liderar su proyecto de vida.

¿Podríamos contestar ahora a la pregunta inicial?

María Cristina Hernández
Psychologist of Secondary and High School
Brains International School