La mujer y el futuro de la educación ejecutiva

La demanda de Programas Executive MBA (EMBA) sigue en aumento, gracias en parte a la importancia de la globalización y al aumento de la diversidad. De hecho, los últimos datos del sondeo realizado por el Executive MBA, el organismo de referencia a nivel global dentro de esta industria, determinan que el número de mujeres que han decidido cursar un programa EMBA se encuentra en máximos históricos. El porcentaje ha crecido 4,2 puntos desde 2014 y, en la actualidad, alrededor del 30% de los estudiantes de EMBA son mujeres. Esto muestra cómo, cada vez más, las mujeres eligen por invertir en ellas mismas.

Aunque es algo que todos sabemos, el papel de la mujer en la sociedad ha sido y sigue siendo fundamental, tanto en la sociedad como en la creación de una economía global. Sin embargo, según el último informe Women in Business 2018 de Grant Thornton, “el número de mujeres en posiciones directivas se ha mantenido congelado en un 27% por segundo año consecutivo, mientras que, a nivel global, este porcentaje asciende al 24%”. Esto refleja que, sin duda, se están dando pasos para el empoderamiento de la mujer en posiciones de liderazgo, pero todavía queda mucho por hacer.

Actualmente, la conciliación de la vida personal y laboral es una punta de lanza que, tristemente, aún suele afectar en mayor medida a la mujer que al hombre. En este sentido, es importante que se den pasos para adaptarse a las distintas realidades sociales y educativas, y hacer un uso de la tecnología en estos programas para lograr este balance. El porcentaje de programas EMBA que ofrecen opciones de aprendizaje a distancia ha aumentado. Además, la tecnología sigue aumentando en el aula, con la entrega de materiales electrónicos y online como táctica más común. El 17% de los programas muestran un aumento del uso de grabaciones de las ponencias y clases. La adopción de estas tácticas ayuda a los estudiantes a maximizar su tiempo y encontrar el equilibrio.

Por otra parte, hay que ser muy conscientes de que la mujer, desde tiempos inmemoriales, ha sido y es una gran decisora. Como experto en educación ejecutiva que trata diariamente con compañías de todos los sectores, puedo afirmar que la diversidad de género en el aula y en el lugar de trabajo es un elemento clave para una mejor comprensión, una toma de decisiones más efectiva y un crecimiento sostenido. Las empresas deben ser un reflejo real de la sociedad porque solo, de esta manera, es posible contar con compañías e instituciones que miran hacia delante. Porque las visiones de uno y otro género enriquecen las organizaciones a todos los niveles. Y porque lo importante es contar con un equipo diverso que ponga al servicio de la empresa lo mejor de sí mismo o misma.

Una compañera, Barbara Singer Cheng, presidenta y CEO de una de nuestras compañías colaboradoras, enfocada al desarrollo de líderes globales, señala que los programas de liderazgo femenino son una magnífica vía de desarrollo, pero que es importante trabajar con metas que ayuden a las mujeres a crecer como líderes. Todo esto me lleva a pensar que tener como referencia la experiencia de un Executive MBA hace a las mujeres mucho más atractivas para los puestos de alta dirección.

Pero, ¿por qué existe todavía esta brecha? Las empresas, y también la sociedad, son reticentes al cambio. Para conseguir que esta fisura se vaya estrechando y en algún momento desaparezca, la cultura empresarial debe cambiar. Verlo es sencillo, llevarlo a cabo, por desgracia, no tanto. Charlando con alumnas de programas Executive MBA, algunas de ellas comentan que sienten que tienen que ser mejores que sus compañeros para ser consideradas iguales. Existe una evidencia social que dice que a cualquier grupo minoritario se le tiende a imponer estándares más altos que a la mayoría, incluso dentro de un mismo grupo. Por lo tanto, seguimos arrastrando la vieja teoría de que para que un hombre y una mujer sean considerados iguales, la mujer tiene que ser más fuerte.

En conclusión, si tenemos en cuenta los datos aportados y la coyuntura social en la que nos encontramos, estoy convencido de que, en un futuro próximo, quizás en solo tres años, las mujeres representarán el 50% del total de alumnos de los programas EMBA. Quizás, en ese momento, ya no tendremos que hablar de un estancamiento de la mujer en posiciones directivas, sino que muchas más habrán alcanzado estas posiciones por sus méritos y formación.

Michael Desiderio

Director ejecutivo del Executive MBA Council