Centrándonos en el ámbito profesional para las mujeres, son muchas las que a día de hoy buscan un impulso a su carrera profesional y romper con algunas de las barreras que todavía existen. No cabe duda de que a medida que las mujeres consideran la idea de dar un paso más en la escala corporativa, o la opción de explotar su pasión por algo para poner en marcha su propio negocio, convertir estos pensamientos en acciones conlleva una gran implicación en el proyecto en cuestión.
En nuestro último estudio publicado, el Membership Program Survey 2017, pudimos comprobar cómo el número de mujeres matriculadas en programas de Executive MBA alcanzaba su punto más alto, con un 30,1%. Este resultado tiene como consecuencia una tendencia positiva hacia el cierre de la brecha de género existente todavía, ya que la industria valora positivamente el estudio de programas EMBA. Y es que, si bien es cierto que no existe una fórmula matemática hacia el éxito, dejando a un lado el género, cada vez más mujeres deciden que invertir en formación ofrece mayor confianza, competencia y control a la hora de enfrentarse a las opciones disponibles en el sector laboral.
A pesar de que no existan datos cuantitativos que demuestren que todavía las mujeres deben ser mejores que los hombres a nivel profesional para que se las considere por igual -una de nuestras alumnas poseedora de un título EMBA considera que se tienen que esforzar un 20% más- sí existen evidencias de que esta brecha aún existe. ¿Cómo argumentar por tanto que obtener más formación, conocimiento y habilidades ofrece una ventaja competitiva al género femenino? Digamos que esa ‘ventaja’ es útil para aquellas mujeres que aspiran a puestos más altos dentro de los rangos corporativos habituales. Sin embargo no lo es tanto para aquellas que buscan financiación para montar o expandir un negocio propio.
Como miembro del Executive MBA Council recibo a menudo comentarios y opiniones de estudiantes y antiguos alumnos que ofrecen una visión pragmática y objetiva de lo que supone contar con un EMBA. Y es que, desde su punto de vista, proporcionan conocimiento sobre nuevos y mejores modelos comerciales, ideas de Marketing y excelencia operativa, lo que supone siempre una ventaja competitiva tanto para mujeres como para hombres.
No hay sin duda mejor método para triunfar profesionalmente que el trabajo duro, la pasión por lo que haces y las buenas y nuevas ideas. Sin embargo, estas cosas por sí solas no garantizan el éxito empresarial, especialmente para los emprendedores. Por eso precisamente, es destacable lo que ofrece un EMBA a sus estudiantes: una experiencia transformadora que cambia su forma de ver y entender el panorama profesional. Además, consolidan nuevos conocimientos que derivan en una mayor competencia, y éste aumento en la perspicacia para los negocios puede verse reflejado en la forma de afrontar riesgos que no pueden asumirse únicamente con la pasión por el trabajo. En su lugar, las decisiones se toman en base al análisis del mercado, los recursos financieros y el acceso a una red de conocimientos que, si bien no puede garantizar el éxito, aumenta las probabilidades de alcanzarlo. Por supuesto se necesita ese entusiasmo del que hablamos, pero con todo lo anterior, sin duda, hay más posibilidades de llegar a la meta.
Si estás pensando en cómo expandir tu propio negocio, en hacer crecer la empresa más allá de una sola persona, o introducirla en nuevos mercados y potenciar el crecimiento, ¿por qué no invertir en uno mismo? Las personas que tienen un negocio propio habitualmente piensan en invertir en nuevas herramientas, nuevos equipos y nuevos empleados, sin embargo se olvidan de su propia formación. Y, precisamente, la parcela de su desarrollo profesional es sobre la que más control tienen, pero a la vez lo más complicado a la hora de venderse a sí mismo.
Como conclusión a todo lo expuesto, ¿qué pueden hacer las mujeres para alcanzar sus aspiraciones profesionales? Investigar cómo un programa de EMBA puede ofrecer esa ventaja adicional para tener éxito y romper barreras es sin duda un gran primer paso.
Michael Desiderio
Director ejecutivo del Executive MBA Council