Josefa Moreno, más conocida como Pepita Muriel, se puso al frente de la compañía armadora de buques de pesca Baltimar en 1977 cuando falleció su marido. Actualmente, esta empresa familiar es todo un referente y un modelo de vanguardia del sector y Pepita, galardonada en numerosas ocasiones por su trayectoria personal y profesional, es un ejemplo de superación y valía

En el momento en el que se puso al frente de la compañía, el sector pesquero era prácticamente masculino. ¿Fue difícil como mujer introducirse en este ámbito?

Por supuesto, cuando murió mi marido la situación era muy difícil. Yo estaba totalmente aturdida. Pasaron por mi casa casi todos los armadores de Huelva, que me ofrecían nada porque mi negocio estaba recién iniciado con dos barcos congeladores nuevos que se debían en la totalidad y un barco al fresco que ingresaba en el negocio lo suficiente para vivir, pero no para pagar dos barcos nuevos. No obstante, entre mi hijo mayor y yo supimos salir adelante. Este sector era muy machista y no entendían que una mujer con su hijo pudiera gestionar y hacer progresar la empresa. Pasamos muchas dificultades, me apresaron un barco, el Chiquita. Lo conseguí liberar dos veces, una en Marruecos y otra en Mauritania, donde fueron necesarios 9 meses de lucha para liberarlo. Son muchas las experiencias que podría contar.

¿Considera que ha evolucionado el sector de la pesca en cuestión de género desde sus inicios?

Sí, un poco, pero queda mucho trabajo por hacer para que la mujer tenga el reconocimiento que realmente merece.

¿Cuál es la filosofía de Baltimar?

Es una empresa familiar con espíritu de trabajo y de sacrificio. Toda nuestra plantilla posee los mismos valores que mis hijos, el que yo les he inculcado desde siempre.

Baltimar opera una flota de ocho barcos congeladores y da trabajo a más de 400 personas ¿Podría hablarnos sobre la presencia femenina en la plantilla? ¿Qué diría que os diferencia de otras empresas del sector?

Lo que nos diferencia es la entrega de todos los profesionales que trabajan en la empresa. Tenemos una plantilla, tanto en España como en Senegal, que llevan trabajando con nosotros muchos años e intentamos que los que entran a formar parte de la empresa tengan la misma filosofía. En relación a la presencia femenina, es un ámbito en el que la mujer se va incorporando al mercado de trabajo como en el resto de sectores.

Baltimar es una sociedad consolidada que comercializa a nivel internacional. ¿Qué diferencias ve entre un país y otro en el ámbito de la pesca?

Hemos ido introduciéndonos en el mercado internacional. La diferencia es que la cultura del marisco que tenemos en España es muy fuerte en comparación con el resto del mundo.

Su trayectoria empresarial y profesional ha sido reconocida con diversos galardones. ¿Cómo describiría estos momentos?

Han sido muchos los galardones recibidos en mi trayectoria empresarial: Premio Meridiana 99 del Instituto de la Mujer, el Premio Asociación Mujeres Empresarias de Huelva 2007 a la trayectoria empresarial, la Medalla de oro de la Federación Onubense de Empresarios (FOE) 2007 por la dedicación al trabajo en general y a la actividad empresarial en particular, la Cátedra BBVA de Empresa Familiar, el Premio familia-Empresa Huelva a la familia Muriel del Instituto Internacional San Telmo 2013, la Medalla de oro de la Ciudad de Huelva a la Economía 2014, la XI Edición de los Premios Empresarios del año de la Federación Onubense de Empresarios en la categoría Empresa Familiar a Baltimar (herederos de Ángel Muriel), la Mención especial ‘Miguel Manaute’ en la X Edición de los Premios Andalucía de Agricultura y Pesca, sin olvidar el galardón a mi trayectoria en el pasado IV Congreso de la Red Española de Mujeres en el sector Pesquero. Todos los premios que he cosechado en mi trayectoria empresarial y profesional me traen muchos recuerdos y me han producido mucha satisfacción.

María Cano Rico

 

LA HISTORIA DE BALTIMAR

Me casé con mi marido que era patrón de Pesca de Gran Altura en 1959. Tuvimos cuatro hijos: Ángel, José Ramón, María del Mar y Sergio. En 1963 compramos nuestro primer barco, ‘Roca Blanca’. Con nuestros ahorros y una ayuda que nos dieron mis padres pudimos dar la entrada del barco y el resto a pagar en muchos años. En 1965 compramos nuestro segundo barco ‘Angustias Pelayo’, producto de nuestro esfuerzo en la explotación de nuestra pequeña empresa.

Más adelante, en 1971, compramos otro buque, ‘Puente de la Barca’. En esta época tuvimos nuestros altibajos, como suele ocurrir en nuestro sector. En 1973 comenzamos la transformación de la empresa e iniciamos la construcción de un congelador, ‘Chiquita’, en los astilleros de Zamacona en Santurce (Bilbao) y comenzó su actividad en noviembre de 1976, debido al gran retraso sufrido en su construcción por los problemas que en esos años se vivieron en el País Vasco.

Posteriormente, en 1975, se aprobó una Ley a la que podían acogerse armadores de barcos que faenaban en Marruecos de unas determinadas características y que nos permitía iniciar la construcción de otro congelador en sustitución de nuestro primer barco ‘Roca Blanca’. Este nuevo buque, ‘Almirante’, se construyó en Astilleros de Huelva y comenzó su actividad en marzo de 1977.

El 25 de octubre de 1977 falleció mi marido y me dejó con cuatro hijos menores, con un negocio difícil y créditos sin pagar. Gracias a la fuerza de mis hijos, que son mi fuerza y mi razón de lucha y, sobre todo, a mi hijo mayor Ángel, que deja sus estudios con 17 años y se incorpora de lleno a la empresa, salimos adelante. Tras unos años de mucho trabajo y esfuerzo pudimos llegar a una situación distinta: habíamos regularizado nuestras deudas, los créditos y nuestra empresa empezaba a tener otro cartel ante la banca, trabajadores, proveedores y compañeros. En 1980 se incorpora a la empresa el segundo de mis hijos, José Ramón. Ya en 1989 encargamos otro barco, ‘Ra de Huelva’, en Astilleros de Huelva, que salió a pescar por primera vez a finales de 1990. Coincidiendo con este barco se incorpora a la empresa mi hija María del Mar.

Ante el cambio que experimenta la pesca en 1992, vimos que teníamos que dar un giro a nuestra empresa. Es la hora de salir fuera y establecerse en alguno de los países que cuentan con caladeros, ya que trabajar pendientes de acuerdos con terceros es cada vez más difícil. En 1993 constituimos una sociedad mixta en Senegal. Al iniciar esta sociedad le compramos al Gobierno senegalés un barco de bandera senegalesa, ‘Kantar’, que había sido construido para ellos en Astilleros de Huelva. En 1995, y después de trabajar casi tres años, exportamos a esa sociedad tres barcos, los dos primeros congeladores que tuvimos, ‘Almirante’ y ‘Chiquita’, y un tercer barco que compramos ese mismo año en Galicia para completar un expediente que teníamos autorizado por la C.E.E., que nos ayudaba financieramente para afrontar esta aventura. En ese momento se incorpora al trabajo mi hijo Sergio, que llevaba un año en Europa aprendiendo idiomas.

En 1997, y dada la necesidad de que empezar a renovar nuestra flota, iniciamos la construcción de dos barcos gemelos, ‘Sierra de Huelva’ y ‘Playa de Huelva’, también en Astilleros de Huelva, que empezaron a faenar a principios de 1999.

Pepita Muriel