Nació una vez, en medio de un oasis, una pequeña palmera.
Un chamán que andaba por allí ensayando sus magias decidió darle cualidades humanas: le dio la capacidad de pensar.
La palmera que se vio allí anclada al suelo empezó a preguntarse qué tendría que hacer ella con su vida.
Miró a su alrededor y vio que otras palmeras habían crecido y echaban dátiles.
A la palmera empezó a entrarle pánico, porque pensaba que ella no podría crecer tanto como aquellas palmeras, y mucho menos dar frutos.
Así, día tras día, la palmera intentó crecer mientras pensaba “No puedo crecer tanto, no seré capaz de crecer tanto”.
Mil días con sus mil noches pasó la palmera intentando crecer así. Y no logró más que sobrevivir.
Al que hizo mil uno, vio a un humano preguntarle al chamán: ¿cómo puedo hacer crecer mis riquezas?
Y la palmera decidió aplicarse el cuento.
Aquella noche preguntó al lago, a la tierra y a las estrellas cómo podría ella hacer crecer su cuerpo.
Soñó que la sabiduría subía por sus raíces y la hacía convertirse en una grandísima palmera llena de racimos de dátiles.
A partir de aquel día, la palmera creció y creció hasta convertirse en aquello que había soñado ser.
Cuando dejamos de repetirnos “no puedo”, para preguntarnos ¿cómo puedo? nos convertimos en aquello que deseamos ser.
Raquel Cánovas Molina
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