Especialmente en Galicia, pero también en otras muchas regiones costeras de España, somos muchas las mujeres que trabajamos en un sector tan apasionante e importante para la economía como es el sector pesquero, del que me siento orgullosa de formar parte. Más de 5.000 mujeres en nuestro país desempeñan trabajos relacionados con la pesca, un importante colectivo del que forman parte mis compañeras y amigas las mariscadoras, que acuden a su cita diaria con el mar, siempre que la marea lo permita, e incluso cuando las condiciones climáticas son adversas; las redeiras, que con sus manos, hilo y aguja, reparan las redes y los aparejos para que nuestros pescadores puedan salir a faenar; las trabajadoras de las conserveras, que con nuestras capturas elaboran ricos manjares con distintos e innovadores procesados. Y, como ellas, muchas mujeres y sus familias, que dependen directa o indirectamente de la actividad pesquera.

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Estas trabajadoras han sido capaces, desde siempre, de conciliar su vida familiar y laboral, atendiendo su hogar y su familia, sin por ello dejar de ir al mar, una jornada laboral interminable que conlleva un perjuicio, tanto para su salud como para su calidad de vida.

Como presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca, quisiera trasladar mi reconocimiento a todas las mujeres que lucharon y continúan luchando por conseguir su lugar en una actividad profesional tradicionalmente de hombres. Ha sido gracias a esa labor constante cómo ha sido posible realizar cambios que, hace tan solo una década, eran impensables como, y sirva mi propio ejemplo, que una mujer ocupara el cargo de patrona mayor de una Cofradía de Pescadores.

Tenemos que felicitarnos, pero también tenemos que ir más allá porque estar integradas en los órganos de gobierno es un paso fundamental para que las mujeres alcancemos nuestros objetivos y podamos continuar avanzando. Las anteriores generaciones de mujeres pusieron los cimientos y ahora nosotras tenemos que construir la casa.

Debe de ser una casa sostenible. Si queremos prosperar, diariamente debemos cuidar nuestro mar, que es nuestro medio de vida. Tenemos que conservarlo, proteger sus recursos, vigilar la incidencia de impactos negativos (furtivismo, vertidos incontrolados, descargas de agua dulce por parte de las hidroeléctricas, intrusión en el mercado de especies foráneas, etc.), y luchar contra fenómenos como el intrusismo profesional que sufren las redeiras.

Es una labor compleja que requiere de nuestra constante presencia y que exige ir más allá. Tenemos también que ser capaces de integrar estas actividades tradicionales en el mercado profesional actual y esto implica formar parte de los órganos de gestión y de decisión, formarnos en nuevas tecnologías, participar en las plataformas digitales, integrarnos en las nuevas empresas, etc.

Para todo esto es imprescindible que las mujeres estemos asociadas. A través de nuestra unión tenemos más fuerza para alcanzar estos objetivos y, sobre todo, para tener voz propia en la Unión Europea y dar la oportunidad a la Dirección General de Pesca de la Comisión Europea de conocer unas actividades ancestrales, que persisten en el estado español y tienen un importante peso económico a nivel regional. Sólo en Galicia, la contribución al PIB de las actividades de la pesca y acuicultura fue del 1,2% en 2012, un porcentaje muy por encima del registrado en otros países de la UE, donde la aportación de esta actividad al PIB no supera el 0,4%.

En el siglo XXI, la igualdad entre hombres y mujeres debe ser un principio inculcado desde la infancia, pero, lamentablemente, no siempre es así y la discriminación por razón de género aún existe en el conjunto de la sociedad y también en el sector de la pesca. Un motivo más para seguir trabajando en colaboración con todas las mujeres que amamos la mar.

Rita Míguez de la Iglesia
Patrona mayor de la Cofradía de Pescadores Virxe do Carme de Arcade
y presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca