Y cuando todo se pierde ¿qué queda? Cuando las fuerzas te flaquean y sientes que no puedes más y el color verde se torna de negro azabache, cuando las lágrimas te golpean fuerte y te sientes perdida, ¿que nos queda? Cuando cruzas un mar helado lleno de cadáveres, cuando tus ojos están cerrados por puños cobardes o alimentas a tus hijos de historias inventadas porque no puedes darle de comer y tu casa ahora se llama “campo de refugiados” ¿qué nos queda? Cuando te aferraste tanto a la vida y lentamente se te va en una enfermedad o cómo sales de ese túnel donde sólo quieres estar en una cama y dejarte llevar por el paso de los días. Cómo enfrentarte a la muerte cuando lo que más ama se marcha sin poder decirle adiós. Y tras todo esto ¿qué nos queda?

«Árbol de la esperanza, mantente firme». F.Khalo

1521864_10201349307714874_1977941137_nLa vida está llena de esperanzas, de bendiciones escondidas, de risas y también de lágrimas saladas. Está escrita de momentos ilógicos que en mitad de la desesperación arrancas a reír porque es lo único que no pueden arrebatarte, la sonrisa. Crucé corriendo 1.000 kilómetros en Namibia al lado de mi equipo, un país casi despoblado, donde la pobreza está latente. Sin embargo descubrí lo que aquí a veces no consigo ver en las miradas de las personas, ESPERANZA.

Observé a niños jugar en una alberca, gritando de alegría con la dureza de la vida en sus rostros, gestos, pero también vi luz en sus ojos y muchas sonrisas de felicidad ¿por qué? Quizás ese día no podrían comer pero sentían algo que transciende el hambre y la pena, las ganas de vivir y comprender que cada segundo es un regalo.

El deporte ha ido forjando mi cuerpo y mente a base de sudor, sufrimiento, alegrías y también me enseñó a creer, a no perder la fe, porque la única batalla que pierdes es aquella en la que te rendiste desde el principio.

Comencé a correr por superarme, después por olvidar, otras por perdonar e incluso por recordar. Pero ahora corro por algo que supera lo personal. Corro por el ser humano, por devolver luz a los que la han perdido, porque todos debemos brillar por luz propia y agradecer que estamos vivos. Corro porque no quiero más sufrimiento, porque creo en la igualdad, en la libertad del ser humano y el derecho innato de que todos debemos ser felices.

FOTO DESTACADAYo era de las que corría con la cabeza agachada, la mirada al suelo siempre por temor a caerme. Ahora levanto la vista y veo ese horizonte infinito que me

espera, a veces tropiezo y caigo, pero sacudo el polvo y continúo porque la vida se construye de experiencias que te hicieron sentir ese nudo en el estómago.

Este proyecto de www.laprincesadeldesierto.com me ha mostrado muchas veces mi debilidad y es cierto que a veces he querido gritar basta en mitad del desierto, tomar el camino fácil. Pero cuando todo parecía perdido siempre encontré un motivo para seguir, por todas esas mujeres que sufren y niños, donde el consuelo se les queda a veces tan lejos.

Si lo pensamos con calma tenemos cada día una oportunidad para dar un portazo y ser feliz, todo comienza con la actitud con la que decidas empezar cada amanecer. Mírate al espejo y recuerda que la llama interior prende en todos, sólo depende de ti mantenerla encendida porque la vida te pondrá obstáculos, llegarán momentos duros casi insoportables, entonces te preguntarás ¿qué queda? Grita fuerte, ESPERANZA, porque esa palabra existe en todos los corazones del mundo.

Sonia Macías
Ultrafondista y co-creadora de La Princesa del Desierto
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