Las Escandalosas, 80 Mujeres de Armas Tomar, al igual que las Mujeres con Historia (mi libro anterior) y unos 500 personajes femeninos más publicados en mi viejo blog, “se fueron escribiendo mucho tiempo antes de comenzar a escribir”, como diría la Dra. Pinkola Estés (1), en cada búsqueda y cada lectura.

Fueron el pasatiempo de una adolescente fascinada con la Woolf. ¡Yo también quería una Colón o una Newton con faldas! Mis compañeras de ruta mientras crecía y que, de alguna forma, fueron (y son) mis fantasmas tutelares en la adultez.

Desde los 14 años más o menos y durante décadas, llené cuadernos con “mis propios cuentos” sobre ellas. ¡Me gustaba tutearlas! Creo que aún lo hago de la misma manera íntima, confianzuda y poco formal de las primeras letras. Es agradable sentirlas cerca, al modo de abuelitas duchas y experimentadas, listas para confidenciar sus aventuras y desventuras, aconsejar bien y mal y, al final, dejarnos algún mensaje, una receta de vida, un “a mí también me pasó” en algunos casos. De alguna forma, esas mujeres del ayer, aún las más cuestionadas y las muchas, muchísimas que aún faltan en la historia oficial, son nuestras gigantes. Y al modo que lo vio Chartres, nosotras también podemos y debemos pararnos sobre sus hombros para ver más lejos “no tanto por nuestra estatura o nuestra agudeza visual, sino porque, al estar sobre sus hombros, estamos más altas que ellas”.

Si acaso pudiéramos subirnos a hombros de esas gigantes nuestras, la mitad de la especie humana… “mujeres anónimas, desconocidas, mujeres sin rostro y sin voz en la historia, mujeres ahistóricas y atemporales, gracias a las cuales se ha conseguido lo que se ha conseguido” al decir de Fuster García, si acaso esto fuera posible, nosotras hoy podríamos ver mucho más lejos y desde luego, no deberíamos dar tantas explicaciones…

Conté de dónde viene este grupo de conocidas y desconocidas Escandalosas que seleccionamos. Son, como dice la introducción, 80 artículos, miradas, instantáneas de mujeres que no nacieron, se hicieron a sí mismas singulares y diversas. La meretriz poeta, la sultana, la sufí, la samurái, la cherokee, la escritora budista que creó su propio monje fantasma, la estafadora del siglo, la asesina serial, la profetisa, la hiena de la Gestapo, la impostora histrionisa, la descarriada, la vengadora que se convirtió en santa, la perra filósofa y primera feminista de la historia, la mesalina, la avara, la exploradora que vivió entre caníbales, la monja lesbiana, la diosa de la noche, la científica desnuda, la espía que se amó, la vikinga, la espiritista, la travesti, la detective, la reina barbuda, la guerrera… Algunas son más renombradas, otras aparecieron de la nada, como una serendipia, mientras buscaba información sobre algún personaje, como es el caso de Atotoztli II, la Reina Azteca, la misteriosa Kate Warne, Ursula Sontheil o la olorosa Hetty Green, por dar algunos nombres. Te pueden poner a pensar o tocarte el corazón, pueden indignarte y pararte los pelos como escarpias. Si decides subirte al avión con Pancho Barnes, seguro te vas a reír; una vez que conozcas a Anita Berber, te convencerás de que Madonna es una santa o que Paris Hilton es apenas una aprendiz al lado de la inefable Aimée Crocker; varias de estas Escandalosas literalmente fueron mujeres de armas tomar y también, es necesario decirlo, un buen número de estas chicas nuestras, necesitan ser reivindicadas ya que ¡fueron muy maltratadas por la historia!

Es cierto que nuestro mundo cambia aceleradamente y estamos muy ocupadas en este presente con el #MeToo, la sororidad y el Manifiesto de las intelectuales francesas con sus adhesiones y controversias, entre otros muchos temas. ¿Importa entonces mirar hacia el pasado? ¿Es necesario recordar a las viejas muchachas que hicieron historia? Creo que sí y más que nunca. No hay más que leer, por ejemplo, a las Reinas de la Carretera de Pilar Tejera y transpirar el movimiento de esas valientes sufragistas que hicieron camino al andar. Ellas son un buen ejemplo de esas gigantes nuestras que nos precedieron, no nos vendrían mal algunos de sus consejitos…

Mi deseo para estas Escandalosas es siempre el mismo desde que comencé a compartir las historias femeninas con los blogueros hace tantos años ¡en otra vida!: ojalá que la persona que aborde, en la soledad de su lectura a los personajes, consiga ese mágico tête à tête, al menos, con alguna de ellas; que se quede con gusto a poco y se lance a buscar más información. Otras escandalosas esperan, escondidas, agazapadas algunas, anónimas, en pie de páginas, disfrazadas, bastardeadas, ninguneadas, crucificadas, enterradas bajo siglos de olvido, ocupar su lugar en la historia.

  1. Autora de Mujeres que corren con los lobos

Susana Peiró

Autora de Escandalosas