25 euros: este es el precio que pagaban hombres adultos por violar a una niña de nueve años. Fueron los mismos padres quienes la ‘ofrecieron’, a veces incluso en su propia casa, hasta que alguien tuvo el coraje de denunciar. No, no estoy hablando de una niña refugiada o de un país pobre y subdesarrollado. Le pasó el pasado mes de febrero a una niña italiana, de Sicilia.

Anna-Conte-1Dos hermanas rumanas, ambas menores, tras huir de su casa por ser víctimas de abusos por parte de su padre, fueron vendidas por su hermana mayor (en cuya casa se habían refugiado) por 10.000 euros cada una; y antes de la venta, el marido de su hermana había abusado también de ambas. Sucedió hoy, hoy mientras escribo, aquí en España, en Castilla y León.

Hace unos días se desató el caso de las mujeres sirias obligadas a prostituirse a cambio de ayuda humanitaria; probablemente sean operadores locales contratados por las agencias humanitarias en áreas a las que no pueden acceder. Pero indudablemente ha habido abusos, como en todas las situaciones de guerra, y las Naciones Unidas muestran todo su interés en aclarar estas acusaciones.

Pero me pregunto una cosa: frente a estos casos de agresiones, ¿dónde está y qué dice esta marea de indignadas por las agresiones sexuales (reales o presuntas según los casos) a las que están sometidas las estrellas de Hollywood? No escuché ni leí ni una palabra al respecto. ¡Sin embargo, estamos hablando de mujeres, de niñas! ¿No se toma la calle para ellas? ¿O es que manifestarse en contra de estos horrores no es igual de mediático como el desfile en la alfombra roja, vestidas de negro (¡por supuesto!) con vestidos de firma y precios imposibles?

En todo este fenómeno (#MeToo) también está surgiendo una actitud integrista que divide en lugar de buscar el diálogo y las soluciones, que se mueve y habla «en contra» y no «para».

También es esta, en mi opinión, la actitud aparentemente más extendida (generalizada), incluso antes del 8 de marzo. También este año, la huelga será, al menos en las intenciones de quienes la convocaron y de quienes se adhieren (a nivel personal, sindical, de asociación, etc.) la forma de concienciar al público sobre el «peso» de la mujer en la sociedad (dicho de una forma delicada).

Pero, ¿por qué también perder dinero? Si son las mujeres las que ganan menos, si las mujeres son las que sufren la violencia, ¿por qué pedir a las mujeres que hagan una huelga contra la violencia? ¿No sería más lógico que fueran los hombres a proclamar la huelga?

El 8 de marzo, además, es el día de los derechos de todas las mujeres, no solo de aquellas que pueden permitirse económicamente una huelga. De lo contrario, la protesta, legítima, puede transformarse en un movimiento clasista, de mujeres privilegiadas.

Pensamos en una mujer que ha sido objeto de violencia: si ha encontrado la fuerza para romper las cadenas y ha dejado su hogar, se encuentra sola, tal vez con un hijo, ante la compleja situación de ganarse la vida… ¿cómo puede permitirse una huelga y luego quedarse en la dificultad de llegar a fin de mes?

Y más, basta echar solo un vistazo a las redes sociales para enterarse de los comentarios en caliente de muchas mujeres, como: «¿qué me estás diciendo? ¿Que el jueves 8 de marzo habrá huelga en los colegios, en el transporte público, para apoyarme como mujer?»

¿Es realmente útil crear trabas, incluso para las mujeres, en el transporte, en las escuelas, en los hospitales, para decir que no, entre otras cosas, a la violencia de género? Un NO alto y urgente, sin duda, pero que deberían gritar sobre todo los hombres, o mejor dicho, los hombres junto o  al lado de las mujeres. La batalla por la verdadera igualdad de oportunidades se hace juntos: junto con nuestro colegas y no en contra de ellos; junto con nuestros maridos y parejas para criar a nuestros hijos en igualdad; junto con nuestro hijos varones para educarlos y criarlos en el respeto de las mujeres …

Espero que el próximo 8 de marzo ayude a dar algunos pasos en esta dirección; de lo contrario, me temo que tarde o temprano estos movimientos «en contra» provocarán paradójicamente una mentalidad contra las propias mujeres.

Anna Conte
Directora de Mujeremprendedora
@anna_conte