Cuando el escritor Raúl Guerra Garrido escribió La mar es mala mujer no trataba de demonizar ni a las mujeres ni mucho menos al mar. Hablaba de la encrucijada profesional y sentimental a la que se enfrenta un viejo lobo de mar, siempre ausente de casa, que se siente arrinconado por la formación más científica de los nuevos profesionales de la pesca de altura y por las nuevas tecnologías que han transformado los buques pesqueros. La realidad ha superado a la ficción: los buques pesqueros están en plena transformación, pero también lo están las tripulaciones, y las mujeres reivindican su sitio en ellas como profesionales de idéntico nivel.

Javier Touza, presidente de ARVI y de FundamarPuede decirse que acaban de echar a andar. Según los últimos datos de la Encuesta Económica de Pesca Marítima del MAPAMA, apenas un 2% de la plantilla son mujeres. En concreto, de las 33.288 personas que trabajaban en este sector en 2015 solo 693 eran mujeres, lo que supone un 2,08%; un porcentaje ligeramente superior al 1,51% de 2013.

En términos generales, uno de los principales inconveniente que se encuentran las mujeres para trabajar a bordo de los buques pesqueros, más allá de que los barcos estén pensados para varones, es que el sector no piensa en ellas como parte de su tripulación, consecuencia de los estereotipos de género. La mujer se encuentra infrarrepresentada en todos los ciclos de Formación Profesional de la rama Marítimo-Pesquero, por lo que constituye una necesidad y un reto ofrecer a las tituladas en este tipo de formación la posibilidad de acceder al mercado de trabajo y poder desarrollar su carrera profesional con normalidad en un sector que, desde tiempos inmemoriales, ha estado circunscrito a la figura del hombre.

Para paliar esta situación nació en 2013 el proyecto REDMAR*. En su primera fase, además de poner en marcha una red de comunicaciones en la que se integró a diferentes entidades relacionadas con el sector pesquero, favoreciendo el intercambio de información y experiencias entre los miembros de la red, se evaluaron los problemas asociados a la adaptabilidad de los buques desde el punto de vista de género. Así, a fin de detectar las mejoras necesarias para permitir la inserción laboral de las mujeres en el subsector de la pesca de altura y gran altura, se llevó a cabo una experiencia piloto: se embarcó a una mujer en el buque arrastrero Pescaberbes Dos, compuesto por 27 tripulantes hombres, para participar en una marea en el Atlántico Noroccidental (NAFO) durante dos meses. El objetivo era comprobar in situ cómo es la vida a bordo de un buque de estas características y qué oportunidades reales existen para la incorporación de las mujeres a la actividad pesquera en alta mar.

Se constató entonces que las mujeres son miembros valiosos de la tripulación que tienen que hacer frente a unas infraestructuras poco adecuadas a su perfil y enfrentarse además al escepticismo de muchos y a la discriminación de otros. Pero ni ellas ni el sector se rinden.

Ahora, REDMAR II, además de consolidar la red establecida en la primera fase del proyecto, incorporando nuevas entidades relacionadas con el sector pesquero, con el fin de apoyar la comunicación entre ellas, divulgar los objetivos y resultados del proyecto, así como participar en foros de discusión, grupos de trabajo y otras actividades que se lleven a cabo, pretende promover de forma pionera la posibilidad de inserción de mujeres tituladas en Formación Profesional de la familia Marítimo Pesquera al sector pesquero.

* El proyecto REDMAR es una iniciativa de la Fundación para la Pesca y el Marisqueo (FUNDAMAR) y la OPPC-3, asociada a ARVI, con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, en el marco del Programa Pleamar del Fondo Europeo Marítimo y de Pesca

Javier Touza

Presidente de ARVI y de FUNDAMAR