Es increíble lo deprisa que pueden pasar 10 años, la contradictoria sensación de haber hecho poco y mucho a la vez, de creer haber conseguido grandes logros y parecer ser muy pocos. Tener la sensación de tristeza por lo aún no conquistado y, a la vez, la emoción y alegría por lograr algunas otras que vislumbrábamos utópicas cuando este proyecto de la Unión de Mujeres Agricultoras y Ganaderas apenas empezaba.

El camino recorrido por las mujeres agricultoras y ganaderas de la Unión de Uniones aglutinadas en la Asociación, que ahora hace 10 años creamos, no ha sido fácil. De casi la nada hemos conseguido, en gran medida, el reto que nos marcábamos en cuanto a trabajo para estar presentes y hacer que se oyera nuestra voz allá donde hubiera que estar, para visibilizar la situación de las mujeres rurales de cualquiera de los sectores, rincones y pueblos de nuestro país. Hemos tenido la oportunidad y la capacidad de hacernos presentes y de estar en las mismas condiciones que el resto de asociaciones de mujeres rurales ligadas a otras organizaciones agrarias.

Hemos ido perfilando la dirección que queremos tomar para los próximos años, teniendo muy claro que el factor ético debe estar presente en la base de  todos nuestros procesos y acciones. Hemos trabajado mucho y muy duro para tener el reconocimiento que hoy tenemos por parte de las administraciones, instituciones, medios de comunicación, otras asociaciones y por la sociedad en general, especialmente la del medio rural. En ello seguiremos estando a través de las distintas convocatorias de las administraciones de cualquier nivel.

Lamentamos mucho el retroceso sentido en muchos de los aspectos que harían avanzar a la sociedad en igualdad, sobre todo debido a los recortes presupuestarios en todo lo que afecta a esa igualdad, entendida de forma transversal, pero también por una PAC injusta y no eficaz para nuestro campo y sus gentes, ya que no parece que la nueva Política Agraria Común vaya a aportar grandes cambios en materia de género. Seguirá ignorando a tantas y tantas mujeres rurales de Europa que siguen manteniendo vivo, aunque cada vez menos, nuestro medio rural, lleno de posibilidades, pero también lleno de carencias. Nos sigue pareciendo muy miope, al no tener en cuenta una perspectiva de género global, integral y no en un recóndito hueco de la inclusión social y desarrollo económico, haga posible que las mujeres se sientan a gusto, empoderadas y con garantías de ser tenidas en cuenta como habitantes y creadoras de riqueza en un medio rural cada vez más vaciado.

En el campo de nuestro país las mujeres siguen estando infrarrepresentadas, con escasas posibilidades de ser acreedoras y dueñas de las decisiones que les afectan cada día en materia de precios en sus productos, de condiciones laborales y salariales, en seguridad alimentaria, en acceso a tierras, a puestos de responsabilidad en las organizaciones agrarias o en los consejos rectores de las cooperativas… Y en algunos casos, no porque se les niegue directamente ese acceso, sino porque son tantos los obstáculos y trabajos que deberían ser compartidos y no lo son en su día a día, que, muchas mujeres deben decidir entre esa visibilidad a costa de un grandísimo esfuerzo personal o la invisibilidad que les deja algún rato más para poder “vivir sin perecer”.

Desde la Asociación seguiremos luchando por lograr la representatividad de la Unión de Uniones, nuestra organización, tan injustamente tratada en este tema y, por supuesto, seguiremos trabajando todos los temas que son inherentes a nuestros objetivos, estando muy pendientes de la evolución de cuanto sea necesario para hacer posible la igualdad y la justicia en la sociedad en su conjunto, con especial atención a la rural y a nuestro trabajo diario como agricultoras y ganaderas. Lo lograremos si asumimos esto como un derecho y un valor que nos hará crecer.

Rosa Arranz García

Presidenta de La Unión de Mujeres Agricultoras y Ganaderas