Creía que la física, hacer experimentos en laboratorios y viajar al espacio me acercarían a conocer cómo funciona la vida. Hoy sé, que para entender la vida no es necesario ir a ningún lado, solo reconocer la vida que uno es y experimentar desde ahí.

Viajar a Inglaterra, después de acabar la carrera, para mejorar mi inglés, fue el paso que marcó la primera etapa de mi trayectoria profesional. Lo que iban a ser seis meses estudiando inglés se convirtieron en casi seis años, cinco de ellos diseñando circuitos integrados analógicos en compañías multinacionales que nunca creí estarían a mi alcance.

¿A ver si va a resultar que soy capaz de mucho más de lo que creo?

Año y medio después de dejar Inglaterra y de trabajar en una startup en España, acabo en Silicon Valley, la meca de la innovación tecnológica, para descubrir que, si bien la inversión en el desarrollo de tecnología es mucho mayor, lo que mueve y da vida al lugar, no es el dinero, sino el factor humano.

Son las ganas de contribuir a un proyecto más grande que uno mismo, de sentir la satisfacción de materializar una idea, la capacidad creadora y la perseverancia de cada una de las personas que trabajan allí que hacen del Silicon Valley un lugar de innovación tecnológica de referencia, y lo que hacen que una compañía pueda poner un producto al servicio de la sociedad.

Ahora bien, el factor humano tiene que estar activado en todas sus facetas para que la persona contribuya con lo mejor de ella misma. Y esto, hoy en día, dentro de las empresas y fuera de ellas, no siempre es así.

Nos estamos perdiendo la vida que somos

Esta compresión me lleva a dejar atrás la innovación tecnológica para innovar en el terreno del ser humano y dar una nueva perspectiva al factor humano comenzando así la actual etapa de mi carrera profesional.

Desde el año 2012 mi trabajo está dedicado a activar El Factor Humano. Entendiendo por Factor Humano, el potencial intrínseco con el que cuenta cada persona y que le capacita para crear cambios sostenibles, alineados con lo que consideran importante para sí mismos y para los demás, y conseguir sus objetivos personales y profesionales.

Somos capaces de mucho más de lo que pensamos, y hay una vida en potencial esperando a que la dejemos salir y ser expresada.

El equilibrio interno que experimento, cada vez más a menudo, la satisfacción de “haber montado algo por mí misma” y de alimentarlo día a día con lo que sale de mí, y los cientos de clientes con los que he tenido el honor de trabajar, me reafirma en la creencia de que somos seres vivos, creadores y poderosos. Independientemente de donde partamos.

Si hay huellas, es el camino de otro

Cambiar de profesión, y volver a España, supuso romper con creencias establecidas sobre lo que es mejor, más adecuado, dejar atrás una identidad de éxito para avanzar hacia un posible fracaso. Supuso elegirme a mí, dar importancia y prioridad a lo que sentía e imaginaba como un mundo mejor.

Supuso, ponerme delante y responsabilizarme de abrir mi propio camino, de vivir a mi manera, de liderar mi vida y dedicar mi trabajo a que otros seres humanos lideren las suyas.

Los momentos de indecisión y de estrés siguen apareciendo, y me alegra. Me recuerdan que estoy viva, que me quedan cosas por aprender y por experimentar en mi interior mientras estoy en este maravilloso laboratorio de vida.

Mónica García

Fundadora de El Factor Humano