El pasado mes de julio presentábamos públicamente ‘Yo, jefa’, el programa que hemos puesto en marcha en Trescom para impulsar el liderazgo femenino en el entorno profesional, y una de las conclusiones principales de aquella jornada, a la que asistieron algunas de las fundadoras y CEO más destacadas del ecosistema emprendedor en España, fue que ser tu propia jefa es una verdadera montaña rusa, con días muy excitantes llenos de buenas noticias y otros en los que no tienes fuerzas ni para levantarte de la cama.

Yo misma sigo sorprendiéndome cuando echo la vista atrás. Si hace una década alguien me hubiera dicho que hoy sería mi propia jefa, dirigiría a un equipo de más de 50 personas y que, lo que comenzó siendo una aventura en la que me acompañaron varias amigas y compañeras de trabajo, terminaría siendo una agencia de comunicación con sedes en Asturias, Barcelona y Madrid, no le habría creído.

Pero aquí estoy, como todas las mujeres cuyas historias de éxito hemos recogido en un censo de jefas titulado ‘La década prodigiosa del emprendimiento en femenino’ con el objetivo de darles la visibilidad y protagonismo que se merecen. Sus historias tienen denominadores comunes: fe en una idea, perseverancia para desarrollarla y capacidad de resiliencia para aguantar todos los vaivenes del emprendimiento, fracasos y aprendizajes incluidos.

Ingredientes de un camino duro pero gratificante que, sin embargo, aún es muy minoritario. Según el último Mapa del Emprendimiento elaborado por Spain Startup- South Summit, existe un evidente gender gap en este sector y solo un 19% de mujeres en España toma la decisión de ser su propia jefa (un porcentaje inferior al 22% de 2018).

No paro de preguntarme por qué. Evidentemente, no es un problema de capacitación: ellas son más en las universidades y tienen una formación igual o superior a la de ellos, aunque eso, desgraciadamente, no se traduzca en la misma proporción en el mundo laboral (mucho menos en los puestos directivos). Sin duda, en esta incontestable realidad también influyen factores como la falta de medidas reales de conciliación y la aún escasa corresponsabilidad en los hogares, los horarios intempestivos, la poca flexibilidad laboral de algunos sectores… pero, ¿qué más?

Recuerdo los días en que creía que ya no podía más y me planteaba tirar la toalla. No lo hice no sé muy bien por qué todavía, pero lo cierto es que, cuando me paraba a pensar en quién lo había hecho antes que yo y lo había conseguido, la mayor parte de los rostros que se me venían a la cabeza eran masculinos. ¿Acaso no había mujeres en un sector tan feminizado como el de la comunicación? Por supuesto que sí, pero no las conocía o no estaban en los sillones decisorios.

Esta es una de las razones por las que ha nacido ‘Yo, jefa’. Gracias a esta iniciativa, daremos a conocer las historias de mujeres que han llegado a la cúspide por méritos propios, que están contribuyendo a crear un nuevo modelo de país más justo e igualitario, que están generando empleo y que deberían ser, sin lugar a dudas, referentes para toda la sociedad y, en especial, para las más jóvenes, a quienes en pocas ocasiones se les dice que los puestos de responsabilidad también están hechos para ellas.

Ese despertar social es al que aspiramos con ‘Yo, jefa’. Para conseguirlo, publicaremos anualmente un censo que difunda las trayectorias profesionales de las mujeres que están liderando sectores estratégicos de nuestro país y, durante este nuevo curso 2019-2020, desarrollaremos acciones de networking y shadowing para poner en contacto a jefas veteranas con estudiantes que están empezando ahora a diseñar sus futuras carreras profesionales. ¿El objetivo? Que aprendan de las mejores, que se convenzan de que, pese a todos los condicionantes visibles e invisibles que existen en nuestra sociedad y dificultan el acceso de muchas mujeres a lo más alto, es posible llegar.

Porque, a veces, el mayor no viene de nosotras mismas, de nuestros miedos e inseguridades. Y saber que hay mujeres que, en su momento, también decidieron intentarlo pese a todo aquello a lo que renunciaban, o a los errores que pudieron cometer, es en muchos casos la mejor palanca para, después del bajón, volver a subir a lo más alto de la montaña rusa.

Isabel Lozano

Fundadora y CEO de Trescom Comunicación