Quien me iba a decir hace tres semanas que estaría escribiendo este artículo encerrada en mi casa en plena cuarentena, en medio de una pandemia mundial. A principios de marzo, si un guionista hubiese querido vender una historia de estas características con el típico claim “basado en hechos reales”, nadie le hubiese creído. Pero como siempre, queda demostrado una vez más que la realidad supera con creces a la ficción.

Estamos viviendo una situación nunca vista, nueva para todos y realmente extrema para muchos. Una crisis sin precedentes que está poniendo a prueba no solo el sistema económico y sanitario, sino nuestra fortaleza como sociedad y como individuos.

En estas casi tres semanas de confinamiento, desde nuestras casas, pendientes de los mass media, de las redes y de los múltiples chats repletos de artículos, opiniones encontradas y memes; estamos sometidos a un bombardeo constante de información (contradictoria, confusa, amarillista, alarmista y, en algunos casos, rigurosa) con lo que, dependiendo del nivel de exposición, podemos llamarle a esto cualquier cosa menos “aislamiento” y como siempre, en situaciones extremas, realmente aflora lo mejor y lo peor en todos los sentidos.

Creo firmemente que crisis como estas, más que ser la causa de múltiples problemas, destapan los que estaban latentes y los hacen presentes. ¿Seremos capaces de superponer nuestras necesidades colectivas a las individuales? ¿Saldrán los grandes oligopolios y los holdings favorecidos como siempre o ante una pandemia mundial de estas características renunciarán a sacar tajada? ¿Se debe cerrar el país o no cerrarlo, parar o no la economía? ¿Seremos capaces de unir fuerzas y no politizar una situación tan grave en la que se están perdiendo miles de vidas?¿Supondrá esto por fin (tras el 11S y el crack del 2008) un cambio de era? ¿Sabremos aprovechar este confinamiento que no se volverá a repetir en décadas, para encontrarnos, parar, respirar, reflexionar, cambiar de dirección? No tengo respuestas para ninguna de estas preguntas. En  realidad, mi opinión sobre estas cuestiones varía casi a la misma velocidad que las cifras que recibimos a diario sobre el coronavirus.

Entre tanta controversia, parece que una de las pocas cosas en las que todos estamos de acuerdo es en el agradecimiento al personal sanitario y a los ciudadanos que se la juegan todos los días para que los demás estemos confortables y abastecidos en nuestras casas y todo siga girando. Gracias desde aquí.

A veces tengo la sensación de que esto es un regalo y una oportunidad y otras que es un desastre de consecuencias catastróficas… seguramente ambas sensaciones son ciertas, así que habrá que quedarse con la primera, porque siempre es mejor no centrarse en lo peor y quedarse con lo mejor.

¡Escúchense, siéntanse y, sobre todo, cuídense! Si nos cuidamos nosotros, cuidamos a los demás. Nos leemos en mayo. ¡DESEANDO QUE LLEGUE YA!

Mónica Regueiro

Actriz y productora

Fundadora de  ProduccionesOff