Llevamos años defendiendo la igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos, puede ser familiar o profesional, pero las calles y las empresas se llenan de mensajes en defensa de la tan ansiada igualdad de la mujer.

Yo soy mujer, pero no quiero ser igual a un hombre, yo quiero tener los mismos derechos y oportunidades, quiero poder elegir y quiero saber que con talento y esfuerzo progresaré en las mismas condiciones que un hombre lo haría con el mismo talento y esfuerzo.  Yo no quiero un mundo donde todo es lo mismo, me encantan las diferencias y las complementariedades, yo defiendo un entorno equitativo y, por tanto, ni busco ni quiero la igualdad, sino la equidad.

Esta es una diferencia enorme, el diccionario define igualdad como: condición o circunstancia de tener una misma naturaleza, cantidad, calidad, valor o forma, o de compartir alguna cualidad o característica. En cambio, al hablar de equidad el diccionario dice: cualidad que consiste en dar a cada uno lo que se merece en función de sus méritos o condiciones. Esto me gusta más. La equidad respeta las diferencias y da a cada uno aquello que se merece en función de por lo que lucha.

Quiero un entorno empresarial y social que dé la oportunidad a las personas de luchar por sus sueños. Cada uno valorará diferentes cosas, pero las oportunidades deberían ser las mismas y el talento y el esfuerzo las únicas herramientas para conseguirlo. Es importante entender que no se puede generalizar y que no todas las mujeres quieren lo mismo ni los hombres tampoco. Conozco hombres que se quedan en casa cuidando a los niños mientras sus esposas trabajan y eso para mí es el comienzo de la gran revolución. La revolución que nos permite elegir en función de nuestro contexto y nuestro talento.

Porque sí, el TALENTO cuenta. Cuando hablamos de trayectoria profesional yo no quiero hablar de genero sino de aportación de valor y de querer. ¡Sí!, preguntemos a las personas qué quieren, creemos entornos donde el talento pueda brillar y olvidémonos del género. Porque, en mi opinión, solo desde la equidad, aceptando la diversidad y creando entornos profesionales donde las personas talentosas puedan brillar, tendremos empresas que progresen.

Y si bien en la empresa el entorno es importante, en el hogar la corresponsabilidad cobra un nuevo valor. En una familia es la pareja la que tiene que decidir en equipo y con corresponsabilidad como van a acometer el proyecto familiar y profesional y, para ello, seguramente tendrán que decidir espacios de tiempo alternados donde cada uno se dedica más al hogar o al trabajo.

Por supuesto que quiero un mundo mejor para muchas mujeres, pero también lo quiero para los hombres, sueño con una sociedad donde, desde la generosidad y la equidad, todo el mundo tenga las mismas oportunidades respetando y valorando las diferencias.  ¿Y por qué? Porque todos contamos, todos aportamos, la diversidad nos hace mejores y la complementariedad de las diferencias nos ayuda a crecer como personas y profesionales, esto no va de quién es mejor o peor, en mi opinión esto va de apoyarnos y ayudarnos para que quien QUIERA Y PUEDA por capacidad y compromiso, encuentre un camino para conseguirlo.

Nekane Rodríguez

Directora de Lee Hecht Harrison

Grupo Adecco