Seguramente este ha sido uno de los veranos más raros de nuestras vidas. El impacto del COVID-19, como si de un meteorito se tratara, ha cambiado la vida de todos nosotros en un abrir y cerrar de ojos.
Ahora, tras el supuesto respiro veraniego, nos enfrentamos a un regreso todavía lleno de incertidumbres. Dejamos los espacios abiertos, volvemos a la ciudad, muchos a las oficinas y deberían comenzar las clases en los colegios. Son los primeros pasos de un nuevo curso que comenzaremos ya con asignaturas pendientes.
Las ayudas económicas no acaban de llegar a las empresas y a las familias, y hasta que tengamos una vacuna eficaz tendremos que convivir con la enfermedad. Urgen medidas audaces y ágiles. El reto no es fácil: debemos articular una recuperación rápida, duradera y transversal, en la que nadie se quede atrás.
Las mujeres, las más perjudicadas en estos difíciles meses del 2020 por la pérdida de empleo; el aumento de la precariedad laboral y la violencia de género; la sobrecarga de trabajo y estrés y el cierre de pequeños negocios, debemos ser protagonistas de la agenda política, social, económica y empresarial.
Ahora más que nunca, para evitar perder 30 años de avances en igualdad, como ha alertado el Fondo Monetario Internacional (FMI), tenemos que rediseñar nuestro sistema productivo y laboral; nuestras estructuras sanitarias, educativas y sociales y el liderazgo de nuestras instituciones y empresas, apostando clara y decididamente por el trabajo y el talento de las mujeres. Las mismas que han estado y están luchando en primera fila contra el virus.
El COVID-19 nos está provocando heridas difíciles de cerrar. Según el Banco de España, las mujeres y los jóvenes están siendo los más afectados por la emergencia económica, y, muy probablemente, la pobreza y la desigualdad repuntarán en los próximos meses.
Tenemos ante nosotros importantes retos y una gran responsabilidad personal y profesional. Por un lado, tenemos que seguir velando por nuestra salud y la del conjunto de los ciudadanos, muy pendientes de nuevas oleadas de la pandemia, apostando por las máximas medidas de protección y reforzando nuestro sistema sanitario; por otro lado, debemos reactivar nuestra economía, apoyando a nuestras familias y al tejido empresarial español, con líneas de liquidez que eviten la posible quiebra de hasta un 20% de empresas y la pérdida de 600.000 negocios de autónomos en todo el país.
Perdiendo empresas y empleos (el 54% de ellos desempeñados por mujeres, según el FMI), urge trabajar en un proceso de reconversión laboral, para que las personas afectadas puedan moverse desde los sectores que se contraen (turismo, hostelería, comercio…) hacia otros en expansión (salud, e-commerce, ciberseguridad…)
Estamos en un momento crítico, en el que las brechas de género económica y social pueden agrandarse si no tomamos iniciativas para evitarlo. Según algunos estudios recientes, prescindir de las mujeres en el mercado laboral restará cerca de un billón de dólares al crecimiento económico global en la próxima década, mientras que, si se adoptaran medidas para promover nuestro acceso, el PIB mundial podría ganar 13 billones en 2030.
La realidad es tozuda pero los datos también. Esta etapa, una de las más difíciles que nos ha tocado vivir, puede convertirse en una oportunidad sin precedentes para avanzar en materia de igualdad. Necesitamos más mujeres en el mercado laboral y más mujeres interviniendo activamente en algo muy importante que se está haciendo ahora: diseñar el nuevo mundo.
Ana Bujaldón
Presidenta de FEDEPE