El pasado 8 de marzo, muchas mujeres volvieron a tomar las calles para reivindicar el derecho a la paridad y a la igualdad de oportunidades. La realidad es que, hoy en día, todavía persisten frenos y discriminaciones que impiden que la igualdad hombres-mujeres sea real y efectiva en el ámbito laboral, especialmente en lo que a equiparación de salarios se refiere.
En el último estudio de la Intercolegial de Colegios Profesionales de Cataluña, Las mujeres profesionales en Cataluña. Situación actual y perspectivas de futuro, se constata que hay una brecha salarial del 23% en la actualidad, frente al 23,4% en 2016. Además, el estudio indica que las mujeres están menos valoradas en el ámbito laboral, cosa que hace que se vean obligadas, muchas veces, a realizar tareas de soporte y administración, sin componente de liderazgo.
Si nos centramos en las empresas familiares, a nivel profesional, hay que reconocer que se ha avanzado mucho. En los últimos 50 años las mujeres han pasado de no participar en el negocio familiar o de hacerlo solo para calmar las tensiones familiares a tener un rol muy activo en él. Hoy en día contamos con grandes mujeres en el seno de la empresa familiar, muy preparadas y formadas, con los dotes de liderazgo y las competencias necesarias para dirigir el negocio y que, además, tienen más facilidad para la comunicación y para gestionar las emociones que sus compañeros. Sin embargo, el reto ahora es conseguir el mismo reconocimiento y, por tanto, el mismo salario, que sus familiares varones.
En mi día a día trabajando con empresas familiares, he podido observar que, si bien los avances por reducir la brecha salarial son lentos, especialmente si se comparan con otros países de la Unión Europea, existe un cambio de tendencia en las empresas familiares, sobre todo en aquellas compañías que están ubicadas en grandes ciudades. Puedo afirmar que la injusta brecha salarial se está reduciendo en muchos negocios familiares, aunque todavía a paso lento.
Asimismo, he detectado que la sensibilidad por este tema y por eliminar la brecha salarial es superior en aquellas empresas familiares en las que mujeres miembro de familias empresarias han llegado a posiciones directivas o dentro del órgano de administración. Y, afortunadamente, cada vez son más las empresas familiares que están abiertas a considerar a mujeres para ocupar estos puestos y participar en la dirección del negocio.
Por otro lado, es cierto que, generalmente, la mujer todavía dedica un mayor tiempo que el hombre a tareas no retribuidas y que valora más los trabajos que le permitirán una mayor conciliación laboral y familiar, puesto que sigue ocupando el rol de responsable de la casa y de la familia. Pero, a mi parecer, las empresas familiares cada vez valoran más a sus empleados en base a criterios objetivos y de valor añadido. Esto hace que estén más abiertas a criterios de flexibilidad laboral, que permitan alinear los intereses de los empleados y los de la empresa, a la hora de fidelizar y retener el talento y que sean más conscientes del problema que supone mantener la brecha salarial.
Ricard Agustín
Fundador de Family Business Solutions y consultor de empresas familiares