En plena pandemia apareció en los medios de comunicación de medio mundo una noticia que se hizo viral: los países liderados por mujeres están sorteando mejor les envites del COVID-19.

De los 194 países que existen a nivel global, tan solo el 5% están liderados por mujeres. Analizada la gestión realizada al iniciarse la crisis sanitaria por parte de las máximas representantes de Alemania, Taiwan, Nueva Zelanda, Islandia, Finlandia, Noruega y Dinamarca la prensa internacional estuvo de acuerdo: ellas han realizado una gestión mucho más eficiente que ellos.

Si lo dejáramos aquí, la conclusión es inmediata: las mujeres son mejores líderes que los hombres.

Pero se me antoja que este análisis puede ser poco riguroso… a pesar de que en esta ocasión el veredicto es favorable para el colectivo al que pertenezco sigo pensando que, nuevamente, estamos limitándonos a la epidermis mientras que la riqueza la encontramos cuando escarbamos y analizamos más en profundidad.

Lo que estas mujeres han mostrado en realidad es un buen equilibrio entre su esencia masculina y su esencia femenina. O dicho de otra forma, han puesto de manifiesto el claro beneficio que supone balancear entre los atributos tradicionalmente asignados a los hombres (cualidades Alfa)  como pudieran ser la capacidad de focalizar, de asumir riesgos, de racionalizar o la valentía con aquellos que solemos clasificar como femeninos (cualidades Omega) por ejemplo la habilidad de llegar al consenso, la generosidad, la flexibilidad o la sensibilidad.

El liderazgo en femenino, que no simplemente de mujeres sino con presencia de la esencia femenina, tiene cuatro pilares fundamentales que lo hacen especialmente efectivo. Veamos:

1.- Habilidad para tejer complicidades. Este tipo de liderazgo sabe bien la ventaja competitiva que supone saber gestionar los egos individuales. Entiende a la perfección que las personas necesitamos ser vistas y reconocidas para comprometernos. Ha interiorizado que el avance y la transformación viene de la mano de sumar capacidades.

Esto requiere de dos cualidades fundamentalmente: la de enfocarse hacia un objetivo claro (y esto es un atributo Alfa) y la facultad de llegar al consenso (y esto es eminentemente Omega).

2.- Capacidad para tomar decisiones trascendiendo el egoísmo egocéntrico. O dicho de otro modo, tomar decisiones más allá del interés personal. Este punto es especialmente relevante pues rompe con un paradigma muy instaurado en nuestra sociedad: el individualismo.

Para ello, necesitamos de nuevo el equilibrio entre cualidades masculinas y femeninas como son la determinación que toda toma de decisiones requiere (Alfa) y la generosidad al pensar en el bien común (Omega).

3.- Facilidad para transmitir mensajes claros y empáticos. Esto es dominar el arte de la comunicación pero desde un lugar auténtico. Es saber conectar con las personas que nos escuchan, con sus necesidades y anhelos. Es también saber estructurar una narrativa (Alfa) y tener la flexibilidad para adaptarla a diferentes públicos en distintos contextos (Omega).

4.- Creatividad en la propuesta de soluciones. De per sé, la creatividad es algo muy femenino pues requiere dejar a un lado la lógica y ser capaz de cambiar nuestra mirada, dando paso a la intuición. Cuando logramos desmarcarnos del statu quo imperante, nuestra mente empieza a vagar con mayor libertad y nos ofrece resultados originales a los retos que le planteamos. Para darle forma a la creatividad, para aterrizar ese estado de ensueño, es preciso entrar en acción y esto lo logramos activando nuestro lado Alfa.

Liderar en femenino va más allá de una simple clasificación entre la forma en cómo gestionan los hombres y las mujeres. Tiene más que ver con darle protagonismo a esa riqueza atesorada y, durante tanto tiempo denostada, que todos albergamos.Cierto es que las mujeres hemos estado entrenando estas habilidades durante cientos de años así que partimos con una cierta ventaja.

Ventaja que debemos aprovechar para provocar un cambio en las reglas del juego sin caer en las peligrosas trampas del patriarcado como son la competitividad desmedida o la confrontación.

De este modo, liderar en femenino es equilibrar nuestra esencia femenina y masculina.

Es despojarse de ese personaje que nos encorseta.

Es conectar con nuestra fuente de creatividad y autenticidad.

Es entender que la transformación viene de la suma de capacidades.

Es abandonar el individualismo.

Es vislumbrar que las palabras crean realidades y que nuestra es la responsabilidad de cómo las utilizamos.

Es poner en valor cualidades que han sido denostadas y arrinconadas.

Es trascender la culpa.

Es, ante todo, recuperar nuestro poder. Nosotras y nosotros.

 Mercè Brey

Sobre Mercè Brey

Mercè Brey ha ocupado distintos puestos de responsabilidad en sendas entidades financieras, siempre vinculada a la internacionalización de las empresas. Ha sido la primera presidenta mujer en la Cámara de Comercio Italiana en Barcelona y ha formado parte de varios consejos y comisiones.

Entre su bibliografía destacan los libros Eres lo mejor que te ha pasado ¡QUIÉRETE! y Alfas y Omegas: El poder de lo femenino en las organizaciones, coescrito junto a Victoria Yasinetskaya.

Además es fundadora BLUE Transforming Power, una consultora que ofrece a personas y organizaciones herramientas de transformación para poder alcanzar su mejor versión y cuyo foco de atención prioritario es generar el espacio necesario para que lo femenino pueda expresarse.