“El desconocimiento que hay sobre la intolerancia hace que la gente no sepa bien qué puede comer y qué no”
Andrea Torres siempre ha sido una persona muy activa y desde muy pequeña ya realizaba varias actividades a la vez (ballet y baile español, canto, coros…), pero poniendo su foco principal en los estudios. Se licenció en Matemáticas (a la vez que se graduó en Grado Medio de piano), y comenzó a trabajar en las oficinas centrales de una entidad bancaria, donde estuvo seis años y pasó por distintos departamentos: Mercado de divisas, Riesgos… En 2012 le detectaron intolerancia a la fructosa y tras ver la falta de productos especializados decidió crear Amali.
¿Cómo nació Amali?
En 2012 me detectaron intolerancia a la fructosa (médicamente se llama malabsorción de fructosa) y me encontré con un mundo muy desconocido tanto a nivel médico como a nivel alimentación. Me dieron una hoja con un cuadro de alimentos y me dijeron que todo lo que no estuviera ahí no podía comerlo. Por supuesto, no era nada concreto ni me explicaron más en las dos siguientes visitas al médico de digestivo, así que dejé de ir.
A la vez, encontré en Facebook un par de grupos que eran de esta intolerancia, y me di cuenta de que la gente estaba completamente desesperada: no terminaban de encontrarse bien ni restringiendo su dieta a los listados de alimentos y una gran parte tenía depresión derivada de esta situación.
Eso, y mi curiosidad por saber más sobre el tema, me llevó a buscar información más allá de los dos o tres enlaces de Google que se podían encontrar, y acabé leyendo estudios de investigación de universidades americanas, documentos de Biología sobre el funcionamiento del intestino y la absorción de nutrientes, etc.
Comprenderlo mejor me ayudó a encontrar el equilibrio, aunque fue un proceso largo, y fue entonces cuando busqué productos fuera de España que fueran aptos, con idea de que sirvieran para animar a los que no teníamos casi nada en el mercado nacional. Así surgió Amali.
¿Qué implica la intolerancia a la fructosa y/o sorbitol?
Es una intolerancia que tiene muchas restricciones: no podemos tomar la mayoría de frutas y 
verduras, los productos con grandes cantidades de azúcar (que son casi el 100% de lo que se venden actualmente), los productos con edulcorantes de diabéticos, o los alimentos muy procesados. Es decir, hay que leer continuamente etiquetas y conocer la gran mayoría de aditivos de memoria.
Esto tiene implicaciones a nivel social y a nivel interno, pues el cuerpo tarda un tiempo en encontrar el equilibrio. Además, muchas veces se juntan varias intolerancias a la vez, así que hay personas que todavía tienen que restringir más.
Por supuesto, aparte de las restricciones, es un cambio mental sobre qué tipo de alimentación seguir, que debería orientarse a consumir lo más natural y saludable posible, una dieta mediterránea real, evitando los malos hábitos de procesados y grandes cantidades de azúcar.
Y con implicaciones a nivel social, me refiero, por ejemplo, a que hay que tener mucho cuidado al salir a comer fuera de casa y saber muy bien qué verduras y frutas se toleran para comentarlo en el bar o restaurante; o que el círculo cercano tiene que ser consciente y conocer también las restricciones para normalizar lo más posible la situación a la hora de invitar a comer a estas personas, porque es muy frustrante encontrarte en una reunión y no poder tomar nada.
¿Cuáles son los productos estrella para una persona con este tipo de intolerancia?
Principalmente los dulces, ya que ni los que contienen azúcar, ni los que están especializados en diabéticos, son aptos. Por eso, todo lo que sea chocolate, caramelos, galletas, cereales o bollería es muy demandado.
Creó Amali en 2014, ¿cómo ha sido el recorrido desde entonces?
Ha sido difícil pero gratificante. Comencé importando productos endulzados con estevia de Sudamérica cuando aquí en España no se conocía este edulcorante y por temas de legislación de la UE sobre aditivos, tuve que destruir todo en la aduana sin llegar ni a verlo.
Sin embargo, aunque el trámite de la importación me llevó casi un año, cuando ocurrió esto acababa de lanzar la web y ya tenía a la venta algunos productos salados (bebidas vegetales, pasta sin gluten, etc.) a la espera de lo dulce que nunca llegó.
Tuve que decidir si continuar o cerrar antes de empezar el negocio propiamente, pero meses después empezaron a fabricar productos con estevia en España y pude ir completando el catálogo poco a poco.
Más tarde, conocí una fábrica en Alemania que estaba especializada en esta intolerancia y empezaron a distribuirme también. Y desde entonces, el trabajo de búsqueda en el mercado español y europeo, y de análisis de ingredientes tan exhaustivo, continúa y continuará.
Desde el principio, Amali ha estado especializada en la intolerancia a la fructosa, y fue la primera tienda en España, ya que había varias tiendas físicas con productos para intolerancias, pero no cubrían ésta. Eso sí, siempre intenté que todos los productos sirvieran también para el resto de intolerancias, que fueran lo más saludables posible, ecológicos y sin casi aditivos.
¿Cómo está siendo la acogida?
Ha sido un proceso lento por varios motivos. El principal es que el desconocimiento generalizado que hay sobre la intolerancia hace que la gente no sepa bien qué puede comer y qué no, lo que implica que continúan comprando sus productos habituales en los supermercados hasta que se dan cuenta de que se ponen muy malos por este motivo.
Después de esto, comienzan la búsqueda de productos aptos, con muchas dudas. Llaman a algunos fabricantes para saber si “x” bollo o “x” galleta llevan fructosa y éstos les responden que no (porque no saben a lo que se refieren y fructosa, en sí, no llevan, pero hay muchos aditivos que utilizan que están prohibidos en la intolerancia). Así que estas personas los consumen y, de nuevo, acaban con síntomas.
Finalmente, encuentran Amali en Internet y, muy desconfiados, se atreven a probar. Además, al tratarse de tienda online y no ver los productos físicamente, todavía se fían menos. Sin embargo, toleran todo lo que vendo y al conocer que yo he pasado por lo mismo, se quedan tranquilos y se hacen clientes fieles.
La tienda cuenta con distribución a tiendas físicas especializadas y herbolarios. ¿A toda España?
Así es, la idea es que cada vez más gente con intolerancia a la fructosa tenga acceso a estos productos fácilmente. Es verdad que desde la tienda online los envíos son a toda España, pero hay mucha gente que sigue prefiriendo las compras físicas.
¿Ha valorado la idea de expandir sus pedidos fuera de nuestras fronteras?
Sí, aunque por ahora esperaré un poco más. Todavía hay pocas tiendas físicas que vendan productos aptos y creo que me puedo consolidar más en el mercado español.
Además, realizan asesoramiento a hornos y restaurantes sobre la intolerancia. ¿Existe mucho desconocimiento todavía en este sector?
Sí, claro, el desconocimiento es general. Sin embargo, hay bastantes hornos especializados en intolerancias que cada vez reciben más peticiones de creaciones aptas para la fructosa, y están perdidos en este tema: cada cliente les dice unas pautas distintas, la información en Internet es contradictoria también… Ahí es cuando se ponen en contacto con nosotros.
La tienda también cuenta con un blog suyo en el que intenta resolver dudas. ¿Cuáles son las más frecuentes?
Como los listados de frutas y verduras no coinciden siempre, muchas preguntas son sobre eso, o sobre alimentos que no pertenecen a esa clasificación y no tienen claro si pueden, como algunos cereales, legumbres, etc. E incluso la duda de si el azúcar es apto o qué edulcorantes están permitidos.
Y también ofrece ideas de recetas. ¿Cómo las elabora, probando combinaciones?
Efectivamente, con los alimentos permitidos muestro ideas de cómo combinarlos para no aburrirse comiendo la poca variedad que en algunas fases es necesaria. Son recetas simples pero sabrosas y animan a la hora de comer.
¿Qué planes de futuro tiene?
Aparte de esto, llevo un tiempo haciendo reuniones con otros intolerantes a la fructosa en Madrid, donde suelo contar mi experiencia y me dicen que les ayuda bastante, así que me gustaría poder hacerlo en otras ciudades de España.
También se está creando una asociación de esta intolerancia, así que espero que empiece a conocerse realmente y que restaurantes, hornos y tiendas se den cuenta de la gran necesidad que hay, y quieran poner su granito de arena también para que estas personas puedan comer y comprar cada vez en más sitios. Yo espero seguir ahí para poder hacerlo posible.
Y en cuanto a la faceta emprendedora, tengo otro proyecto en mente que no está relacionado con esto, pero espero poder llevarlo a cabo pronto y contároslo más adelante.
Inma Sánchez
