Al menos para mí, el mes de marzo siempre ha sido muy especial y no solo porque tuve la fortuna de descubrir el mundo desde la primavera dejando atrás estas frías noche invernales, también marzo acoge el mes de la mujer trabajadora, por tanto, el mes de la mujer digamos “normal”, ya que lo habitual es que nuestra herencia genética nos mueva hacia la creación de vida y de toda la iniciativa que conlleva. Pero me temo que esta primavera va a marcar, de alguna forma, nuestra vida, porque esta dichosa crisis del Covid-19, además de su implacable desgracia que asola a todo el mundo, posiblemente acabe situando a cada uno en su sitio, como ocurre en todas las situaciones difíciles, situando al límite todo lo humano que tenemos dentro y quiero pensar que todo lo bueno de cada una de nosotras.

Hay un dicho popular que afirma que “lo que no te mata, te hace más fuerte“. Seguro que es así, supongo que venimos a  la vida simplemente a aprender y en estos días estamos aprendiendo mucho sobre el comportamiento humano y su eterna contradicción, aunque por fortuna dominan las actitudes solidarias y excepcionalmente obedientes. Al final parece ser que la empatía, que como decía Gloria Stein, es la más radical de las emociones humanas, prevalece frente al egoísmo individual y, llegados a este punto, las mujeres que estamos acostumbradas a pensar en los pequeños espacios organizados y compartidos -será por la familia- seguramente nos toca influir en la comunidad y, sobre todo, aportar esta dosis de optimismo que nos ayude a recuperarnos de este trance. Seguramente el mejor camino sea pensar con gratitud, tener pensamientos positivos, como celebrar vivir en un país con profesionales sanitarios excelentes, tener un hogar, familia, amigos, la posibilidad de comunicarnos con todo el mundo, todo eso debería servirnos para tener coraje y sonreír, de hecho, detrás que cada de nosotras hay alguna historia triste que nos hizo más fuertes.

Hemos podido ver en estos días escenas que rayaban la locura en algunos supermercados,  especialmente en los primeros días del llamado estado de alarma. Yo pienso que esta obcecación de poseer debida al temor psicológico de quedarse atrás o perder lo que se tiene es una sensación propia de estos tiempos en que todo está a nuestro alcance y a menudo pienso que la ignorancia nos confunde. Este tipo de cosas ponen a prueba nuestra educación, a menudo las decisiones que se toman por parte de nuestros gobernantes también definen su calidad de liderazgo, y ahora van a tener la oportunidad de ponerse a prueba y también de aprender si tienen la humildad necesaria  para asumirlo. Porque en esta ocasión, como ocurre en el mundo de la empresa, no se trata de buscar la aprobación, que seguramente no la tendrán por parte de sus rivales políticos, sino que deben aspirar a buscar el bien de la sociedad desde una perspectiva de justicia e igualdad y, entonces, tendrán algo más preciado que es el respeto de los ciudadanos.

Todas y todos vamos a aprender una lección importante en estos días en que no faltan reproches hacia aquellos a los que les ha tocado la difícil tarea de dirigir y gestionar. Todo esto ocurre en la empresa, por suerte o por desgracia, sabemos si hemos acertado en la elección de un candidato cuando tiene que resolver un problema y su competencia también se mide por la forma en que sabe superar la frustración, pero todo pasará y ojalá sea muy pronto y con el mínimo daño posible, entonces lo que vamos a recordar todos, no va ser lo que se hizo bien o mal, sino cómo nos hemos sentido y qué nos ha quedado porque, sin duda, al final todos vamos a ser distintos y quizás sea verdad que el sentido de la vida no sea tanto el de prosperar como el de saber transformarse. Mucha suerte a todo el mundo.

Mª Angeles Tejada

Directora General de Public Affairs de Randstad

Presidenta de Honor de Fidem