Atrás ha quedado el hablar de “emprender” como la acción de crear tu propia empresa o proyecto para dar paso a un abanico más amplio y profundo de significados donde se habla de emprender como una actitud ante la vida. Me considero una firme defensora de esta última idea, pero me gustaría ir un poco más allá e incidir en lo que para mí es la esencia de esa “actitud”: abrazar el cambio.
No es de extrañar que al hablar de “cambio” la mente se ponga a funcionar a mil por hora pensando en las posibles consecuencias, repercusiones e implicaciones de eso que va a “alterar” nuestra vida, pues solemos normalizar las rutinas para vivir en un estado de tranquilidad permanente (o aparente). Sí, cambiar da vértigo, y cuando además ese cambio se produce en algo tan fundamental y personal como es nuestra profesión, la sensación de estar asomándote a un “vacío lleno de incertezas”, por irónico que parezca el término, es aún mayor.
Me permito hablar de esta sensación en primera persona, pues hace unos meses iniciaba una nueva andadura profesional como rectora de la Universidad Europea. En un campo donde el porcentaje de mujeres es considerablemente inferior al de los hombres, asumir esta nueva responsabilidad supuso para mí todo un reto personal y profesional que quise abrazar con cariño e ilusión, pero, sobre todo, con la convicción de que el vértigo no es una señal de retroceso sino una cuenta atrás para coger impulso y dejarnos sorprender por lo que nos depara el futuro. Y es que como dice Ginni Rometty, presidenta y CEO de IBM y todo un referente en el empoderamiento de la mujer: “crecer como persona y la comodidad nunca pueden coexistir juntos”.
Sin duda, llevar a cabo esta misión durante el curso 2019-2020 ha sido cuanto menos desafiante. La pandemia del coronavirus ha dado la vuelta a nuestras vidas y la educación superior no ha sido una excepción. Sin embargo, me considero muy afortunada de formar parte de una institución que ha sabido abrazar el cambio e integrar la transformación como respuesta a las nuevas realidades. En la Universidad Europea llevamos años apostando por la digitalización como parte fundamental de nuestro modelo académico y, gracias a ello, desde el principio de la crisis sanitaria fuimos capaces de continuar con la actividad docente en tiempo record, garantizando tanto la calidad académica como la seguridad de nuestros estudiantes, profesores y demás miembros de la comunidad universitaria.
Siguiendo la línea de ese espíritu de reinvención que nos caracteriza como institución, y poniendo el foco en la reapertura del campus el próximo curso, avanzamos ahora hacia un modelo académico híbrido y flexible donde el objetivo es garantizar la mayor presencialidad posible. Estamos convencidos de que la unión de la enseñanza presencial y de la virtual puede conseguir unos mejores resultados de aprendizaje para nuestros estudiantes. Con la tecnología como nuestro gran aliado, hemos realizado un fuerte despliegue para digitalizar todas las aulas, incorporando la última innovación en tecnología educativa y relanzando el campus virtual. Y es que vivimos en un mundo donde la tecnología es un importante motor de cambio y donde este, a su vez, no es algo opcional.
Ojalá el vértigo no nos haga nunca retroceder y seamos capaces de abrazar el cambio para seguir creciendo como personas y como profesionales y hacer así frente a los retos de una sociedad que avanza a pasos agigantados, pero que nos necesita como protagonistas de su progreso.
Elena Gazapo
Rectora de la Universidad Europea