En el 2000 estaba acabando la carrera de Optometría y tenía la misma vocación que cuando la empecé, ninguna. Cosas del destino y, sobre todo, de mi inconformismo y curiosidad. Un año más tarde cursé un máster especializado en terapia visual, encontré mi vocación y ahora soy una apasionada de esta disciplina.

Muchas mujeres emprendedoras emprenden para poder conciliar, pero tengo que decir que es realmente difícil conciliar siendo autónomo, dirigiendo un equipo y además crear una estructura laboral que ayude a los miembros del equipo a conciliar su vida familiar, que sería lo que, por lo menos a mí, me gustaría hacer. Si visualizo como quiero que sea mi empresa en el futuro, veo un lugar donde las mujeres como yo, ya sean autónomas o asalariadas puedan conciliar, pero conciliar de verdad, sin tener que renunciar a su carrera profesional.

Hace ya 10 años que decidí emprender con dos objetivos. Poder tener calidad de vida, y poder desarrollar mi profesión bajo mis ideales y así poder contribuir a mejorar un poquito el mundo en el que vivimos. Abrí el centro de Optometría San Francisco, donde atendemos a bebés, a niños y adultos. Evaluamos su visión, prescribimos gafas o lentes de contacto y sobre todo hacemos terapia visual cuando necesitan rehabilitar su visión. Trabajamos con pacientes que tienen estrabismo, ojo vago, problemas de rendimiento escolar debido a problemas visuales, pacientes que han tenido un daño cerebral y su visión está afectada y también con lo que se denomina población especial como por ejemplo niños con autismo.

Hace dos meses que he sido mamá y tengo que decir que esto de emprender se parece mucho al postparto. Todo el mundo te cuenta lo fantástico que será tener a tu bebé en brazos, que es lo mejor que te va a pasar en la vida. Y todo eso es cierto o al menos así lo he vivido yo. Pero lo que no te cuentan es que cuando tienes a tu bebé en brazos durmiendo placenteramente, la satisfacción es grande, pero también es grande el dolor de los puntos o el dolor de muñecas de sostener al bebé. Pues emprender es parecido, una gran ilusión, motivación, esperanzas puestas en que todo vaya bien y en saber “criar” a ese pequeño bebé que es nuestra empresa cuando la creamos (si es que sobrevivimos a los trámites burocrático claro).

En 2010 abrí el centro de optometría San Francisco en Aranjuez y empecé yo sola. Atendía el teléfono, daba las citas, hacía las facturas y atendía a los pacientes. Poco a poco los pacientes fueron confiando en nuestros servicios y el equipo fue creciendo. Según íbamos creciendo, una nueva tarea entraba en juego: la gestión del equipo. Empiezas tu sola, con montones de ideas en la cabeza y con mucha ilusión y, de pronto, te encuentras dirigiendo un equipo de personas. Personas que tienen sus necesidades personales y laborales y no te queda otra que aprender a delegar, a escuchar y a encontrar el equilibrio entre las necesidades de todos y la rentabilidad de la empresa. Los pequeños empresarios como yo, realmente no lo somos. Yo no estudie ni una sola asignatura en la carrera que me ayudara a crear y mantener una empresa. Un empresario sabe montar una empresa, desarrollarla y se la queda o la vende. Pero nosotros, los pequeños empresarios abrimos un negocio y de la noche a la mañana tenemos que saber contabilidad, gestión, como funcionan los impuestos, como son las nóminas etc., etc., si tenemos buen ojo nos rodeamos de gente competente y que nos ayude. Sin embargo, esto muchas veces no se consigue a la primera, lo conseguimos por ensayo error, a fuerza de meter la pata.

Esto de emprender está siendo un camino, llamémoslo… interesante. Han sido años de grandes aprendizajes como profesional y como persona, muy enriquecedores. Con muchas horas de intenso trabajo dentro y fuera del horario laboral. Cuando emprendemos pensamos en lo positivo, en lo bonito y gratificante que será poder organizar tu tiempo, hacer lo que te gusta, vivir de ello y poder, en mi caso, ayudar a muchas familias a mejorar su calidad de vida a través de nuestros tratamientos. Sin embargo, pocas personas te cuentan el coste vital que a veces tiene esto de emprender. Aún, así, no lo cambio por otra manera de vivir.

Los cinco primeros años de ser emprendedora fuimos creciendo, trabajando con muchas familias para ayudarles a mejorar su visión. En ese momento, veía el impacto positivo que tenía nuestra forma de trabajar en los pacientes y otros optometristas querían venir a la consulta a ver como trabajamos. Este fue el inicio de nuestro nuevo proyecto: la plataforma de formación Innova Optometría. En Innova ofrecemos curso presenciales y también online para que cualquier optometrista pueda formarse a su ritmo. Ofrecemos cursos de terapia visual, de diagnóstico optométrico y contactología. En nuestros cursos presenciales más avanzados abordamos también lo relacionado con gestionar el trabajo y conseguir tener un horario y unas condiciones laborales más normalizadas.

Y hablando de horarios, hasta hace unos meses era relativamente fácil conciliar porque no teníamos hijos. Ahora todo esto ha cambiado, tenemos un bebe de dos meses y en otros dos meses tendré que volver al trabajo. Y me pregunto lo que estoy segura que se preguntan todas las mujeres que han tenido un hijo: ¿cómo lo voy a hacer? Cuando eres emprendedora no existe esto de la jornada reducida. El negocio sigue abierto y hay que atenderlo y hay que pagar las nóminas y las facturas. Además… ¿Porque tengo que reducir mi jornada laboral si me encanta mi trabajo? Me encanta pasar consulta, estar con los pacientes, hablar con las familias… ¿Porque tengo que renunciar a esto ahora que tengo una hija? Me pregunto si hay alguna manera de conciliar de verdad, sin tener que renunciar a mi carrera profesional y a la vez poder educar a mi hija estando con ella el tiempo suficiente. Es algo para plantearse. Muchas cosas tienen que cambiar en las empresas para que las madres puedan seguir trabajando y desarrollando su recorrido profesional mientras cuidan de sus hijos. Quizá facilitar un entorno laboral compatible con ambas cosas. ¿Esto lo podemos asumir los emprendedores? Para empezar, hace falta un gran cambio de mentalidad social sobre la maternidad, ya que estos bebés serán los adultos del mañana.

Habiendo vivido ya 10 años de emprendimiento, no lo cambiaría. Creo que las personas que emprendemos, lo hacemos porque está en nuestra manera de ser, porque necesitamos expresar a nuestra manera quiénes somos a través de nuestra profesión. Las pequeñas empresas reflejan la personalidad y los valores de quien las dirige. Las mujeres emprendedoras lo somos porque algo nos mueve a mejorar y a cambiar la vida de las personas a las que llegamos con nuestros negocios.

  Gloria Hermida

Directora clínica del Centro de Optometría Comportamental San Francisco