A lo largo de las últimas semanas se ha hecho eco del papel ejemplar de las mujeres jefas de Estado durante la pandemia del coronavirus. Es el caso de Katrín Jakobsdóttir, primera ministra de Islandia; Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda; Mette Frederiksen, primera ministra de Dinamarca; Erna Solberg, primera ministra de Noruega; Sanna Marin, primera ministra de Finlandia, o la canciller alemana, Angela Merkel.

Anticipación, test masivos y rastreo, además de aislamiento, restricciones de movimiento y el control o cierre de fronteras, han sido algunas de las propuestas llevadas a cabo por estas mandatarias que han podido contener el coronavirus y que, poco a poco, a lo largo de estos últimos días, han posibilitado que sus países vuelvan a la tan deseada normalidad y dejen atrás el confinamiento antes que otras regiones.

“Las mujeres líderes han tenido una particular disciplina, sensibilidad y capacidad de respuesta frente a esta pandemia y, por ello, han podido desarrollar mejores políticas para ahora y para el futuro”, justificaba la diputada federal mexicana Gabriela Cuevas, presidenta de la Unión Interparlamentaria.

Así, concretamente en Islandia, desde que se confirmaron los primeros contagios, la primera ministra, Katrín Jakobsdóttir, lanzó una estrategia para frenar la propagación del virus basada en la realización de tests masivos. De hecho, el país lidera el ranking mundial de tests por millón de habitantes, con más de 53.000, lo que supone que un 15% de los islandeses ha tenido acceso a una prueba de detección.

Por su parte, Nueva Zelanda implantó la cuarentena obligatoria a toda persona que llegara al país cuando apenas se habían confirmado seis casos de contagio en el país e impulso una política de aislamiento basada en “burbujas sociales”. A lo largo de este aislamiento, su primera ministra, Jacinda Ardern, se ha caracterizado por abordar el impacto del encierro en la vida social y el bienestar mental de las personas y ha llevado a cabo una empática política a través de redes sociales en la que alternaba mensajes personales con la difusión de las medidas que adoptaba su gobierno. De modo que su gestión de la crisis ha sido muy aclamada.

Asimismo, Mette Frederiksen, la primera ministra de Dinamarca, también se caracterizó por dar una respuesta precoz a la pandemia. Así, desde el 12 de marzo, un día después de que la OMS declarara el brote de coronavirus como pandemia, fue uno de los primeros países en cerrar las fronteras, además de imponer el cierre de colegios, universidades y comercios no esenciales. Y actualmente lleva a cabo una intensa estrategia de test y rastreo.

Por su parte, la clave de la primera ministra Noruega, Erna Solberg, y de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, al igual que la de Frederiksen, también se han basado en la anticipación, aplicando medidas estrictas desde una fase temprana del brote. Además,  Finlandia contaba con un excedente de material sanitario que llevaban acumulando en almacenes secretos ocultos en distintas zonas de su territorio desde la Guerra Fría y cuando el número de contagios se disparó, el material protector fue distribuido en los hospitales.

Respecto a Merkel, fue el primer líder mundial en reconocer el desafío que suponía el COVID-19 y tomar medidas al respecto, siendo uno de los primeros países de Europa en hacer test masivos.

Así, según Cuevas, las mujeres que están en cargos de decisión tienden a enfocarse en los bienes más esenciales como la salud y la educación, y en proteger a las personas que más lo necesitan, particularmente los niños.

De hecho, una de las acciones de la primera ministra, Erna Solberg, fue una conferencia de prensa en la que respondió a preguntas de los niños en la que trató de tranquilizarles. Propuesta que Mette Frederiksen, primera ministra de Dinamarca, también llevo a cabo.

Ya hemos comentado en este espacio en diversas ocasiones, que las habilidades de gestión de las mujeres frente a situaciones de crisis o conflicto suele ser intachable y la estrategia de estas líderes frente al coronavirus lo reafirma. Quizás sea por su mayor empatía, quizás cuestión de previsión o anticipación, pero queda claro que su gestión ante la crisis del coronavirus ha sido, sin lugar a dudas, más que efectiva.

María Cano Rico