Más de 800 millones de personas en el mundo no tienen alimentos suficientes para llevar una vida saludable, lo que significa que todas las noches una de cada nueve personas en el planeta se va a dormir con el estómago vacío, según Naciones Unidas.

También afirma que una de las causas principales del hambre son los desastres naturales, que cada vez son más frecuentes. Es una realidad que la agricultura padece los efectos del cambio climático, como pueden ser: las altas temperaturas, inundaciones, sequías, plagas, enfermedades y otros impactos; y, al mismo tiempo, la agricultura juega un papel clave para contrarrestar el cambio climático.

Joel Hernández, Responsable de Sostenibilidad y Agrotecnología de la Fundación Microfinanzas BBVA

Este es un problema que nos afecta a todos y uno de los mayores retos de la humanidad. El Banco Mundial reconoce que los habitantes más vulnerables del planeta son aquellos que menos contribuyen al calentamiento global, pero los que más sufren sus consecuencias. Además, asegura que el 75% de la población vulnerable vive en el campo, donde las mujeres rurales son las más afectadas.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la alimentación y la agricultura se sitúan en el centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ya sea para poner fin al hambre, para combatir el cambio climático o para conservar los recursos naturales. Por este motivo, la FAO considera a las mujeres rurales como pilares de la agricultura a pequeña escala y responsables de la seguridad alimentaria, ya que ellas contribuyen a producir más de la mitad de los alimentos.

En América Latina, más del 80% de las explotaciones pertenece a la agricultura familiar y es aquí donde la mujer rural juega un papel muy importante. Debemos apoyarlas si queremos lograr la erradicación del hambre y cambiar hacia sistemas agrícolas más resilientes en esta región y en todo el mundo. Los más de 60 millones de pequeñas agricultoras rurales de Latinoamérica siguen enfrentándose a numerosas barreras que limitan su capacidad de desarrollar con éxito sus negocios como: la tenencia de la propiedad de la tierra, la falta de mecanismos de financiación y de asistencia técnica, y el poco poder de negociación en los mercados. En países como Perú, por ejemplo, el acceso al crédito agrícola por parte de las mujeres rurales se sitúa aproximadamente en un 4%.

Para la Fundación Microfinanzas BBVA (FMBBVA), ellas son una prioridad. Por eso, es muy importante entender sus necesidades y las de su entorno, donde no solo se les ofrece financiación, sino también capacitación y asistencia técnica a través de aliados estratégicos para que estas mujeres puedan desarrollar sus actividades y acceder a nuevos mercados.

En nuestras visitas a sus fincas, o chacras, como ellas las llaman, analizamos esas necesidades y todo lo que les rodea, incluida la cadena de valor (todos los eslabones por donde pasan sus productos desde la producción hasta el consumidor), haciendo un análisis integral y completo para identificar las barreras y dificultades a las que se enfrentan.

Una limitación que aún sigue afectando a las zonas rurales es la falta de servicios básicos e infraestructura. Sin embargo, la tecnología nos brinda una oportunidad para poder llegar más lejos y atender a estas mujeres sobre el terreno. En las seis entidades de la FMBBVA, promovemos la puesta en marcha de innovaciones tecnológicas que favorezcan una agricultura más sostenible económica, social y ambientalmente.

Merece la pena destacar también que las mujeres rurales son más abiertas a adoptar las nuevas innovaciones. Con la asistencia técnica y el apoyo de nuestros equipos, estas mujeres han podido formarse gracias a la digitalización (a través de las tablet que llevan nuestros asesores) en tecnologías que mejoran sus cultivos y su medio de producción.

Es el caso de Diana Céspedes, una emprendedora rural de República Dominicana, que con el apoyo de la Fundación, ha implementado buenas prácticas y ha obtenido diversas certificaciones para transformar su cultivo y ser más sostenible. Así ha conseguido que sus bananos orgánicos se exporten a nuevos mercados y dar ejemplo a otras mujeres que se han agrupado, haciendo de su país el principal exportador de banano orgánico del mundo, en su mayoría, con destino a Europa.

Fortaleciendo las cadenas de valor de las mujeres rurales ayudamos a que puedan superar sus barreras y limitaciones, permitiéndoles luchar por su sueños, sus familias y su negocio con todas las herramientas necesarias. Verlas superar estos obstáculos es nuestra mayor satisfacción, porque su éxito es el nuestro.

Joel Hernández

Responsable de Sostenibilidad y Agrotecnología de la Fundación Microfinanzas BBVA