A finales de septiembre, las mujeres de Arabia Saudí se convirtieron en noticia. El rey Salman bin Abdelaziz y el príncipe heredero Mohammed bin Salman emitieron un decreto que habilitaba a las saudíes a conducir automóviles. Sí, sí, ¡a conducir! Hasta el momento era el único país del MUNDO en el que una mujer no podía conducir y necesitaba contar con un conductor privado o un familiar varón que les ayudara en sus desplazamientos. Esta prohibición se basaba en un edicto religioso que promulgaba que “las mujeres que conducen vehículos cometen pecado”. ¡Pecado! Un ejemplo más de cómo la historia está llena de quienes interpretan las religiones dictatorialmente, al antojo de unos pocos y la indulgencia de muchos.

El decreto, enmarcado en el programa Visión 2030, un plan de reformas económicas y sociales diseñado para “modernizar” a Arabia Saudí, ordena la creación de un órgano ministerial que dará asesoramiento en un plazo de 30 días. Y con respecto a los permisos de conducción, comenzarán a emitirse a partir de junio de 2018.

La última edición del Informe Global de Brecha de Género de 2015 indicaba que Arabia Saudí “era uno de los países con mayores avances desde 2006 por su participación y oportunidades económicas” pero, hasta el momento, era el único país del mundo con esta restricción, y las sauditas siguen enfrentándose a numerosas prohibiciones y abusos que atentan contra sus derechos como persona. Así, el ultraconservador país musulmán cuenta con un sistema de tutela que obliga a solicitar la autorización de un miembro masculino de su familia para realizar numerosas gestiones de la vida cotidiana, entre ellas, obtener el pasaporte o las tarjetas de identificación, casarse o acudir a cualquier tipo de operación médica. Además, en materia económica, las mujeres no pueden abrir su propia cuenta bancaria y tienen numerosas limitaciones a la hora de emprender.

Desde el punto de vista judicial, las mujeres también son claramente discriminadas. Así, el testimonio de una mujer vale menos que el de un hombre y, además, reciben la mitad de la herencia de la que reciben sus hermanos. También es prácticamente imposible que las mujeres obtengan la custodia de sus hijos tras del divorcio.

En el plano social, las mujeres no pueden interactuar con hombres que no sean familiares bajo pena de prisión ni viajar al exterior; y deben usar ropa modesta y maquillaje discreto, además de estar obligadas a utilizar las abayas -una túnica larga de cuerpo completo- obligatoriamente en público.

Estas son solo algunas de las restricciones a las que se enfrentan las mujeres en Arabia Saudí, prohibiciones que lo convierten en uno de los países de Oriente Medio en el que la desigualdad de género llega a límites inimaginables. En definitiva, aplaudo que, tal y como indica el Foro Económico Mundial, desde hace diez años los derechos de la mujer se hayan ampliado en este país, que las mujeres hayan conquistado derechos básicos como el de conducir o que haya más graduadas universitarias que hombres. Pero no debemos pasar por alto, que Arabia Saudí es un país ultraconservador en el que las mujeres siguen sometidas a restricciones considerablemente más severas y profundamente arraigadas. Por lo que, ¿celebración? Sí, pero contenida… porque aún queda mucho por conquistar y un largo camino que recorrer.

María Cano Rico

Periodista

Foto: Ministerio de Asuntos Exteriores de Arabia Saudita