Después de 40 años, más de 200.000 saharauis siguen instalados en los campamentos de refugiados de Tinduf en Argelia, el único país que autorizó su entrada. Hasta allí llegaron entre 1975 y 1976 huyendo de la ocupación del Sahara Occidental por parte de Marruecos.

El ejército marroquí bombardeaba ciudades saharauis mientras mujeres y niños, mayoritariamente, cruzaban el desierto buscando seguridad. La huida les llevó a Tinduf, al paraje conocido como la Hamada donde las temperaturas en verano superan los 50 grados y es casi imposible salir adelante por sus propios medios.

Conozco perfectamente cómo viven allí. En los años 2012 y 2013 tuve la oportunidad de viajar a uno de esos campamentos de refugiados, concretamente al campamento de Dajla. Quería poder estar allí con ellos y vivir su “realidad” en primera persona. Allí me acogieron los que hoy en día son mi familia saharaui. Fue una experiencia única. Fue la mejor decisión y experiencia que he vivido… Aprendí muchísimo de ellos, pude ver con mis propios ojos cómo sobreviven en la “nada” dependiendo exclusivamente de la ayuda humanitaria y la solidaridad internacional.

No puedo explicar con palabras todo lo que recibí de ellos, todo el cariño y la protección que me daban. Me ofrecían lo poco que tenían. Allí un simple caramelo se convierte en un tesoro para un niño. Sufren una continua falta de medicamentos en el hospital y de material escolar para sus estudios. La escasez de agua y la carencia de alimentos básicos llegan a provocar casos de malnutrición. El pueblo saharaui sufre estas necesidades desde el inicio de su exilio.

La sensibilidad internacional hizo posible que desde el verano de 1976 se pusiera en marcha el programa ‘Vacaciones en Paz’, pero hasta 1979 no llegaron a España los primeros 100 niños. Este proyecto consiste en que menores saharauis puedan salir del desierto donde viven y venir a España durante los dos meses de verano. Una vez aquí, se les realizan diferentes pruebas médicas, se les vacuna, se les garantiza una alimentación de calidad, disfrutan los veranos junto a sus familias de acogida y escapan de los 50 grados del desierto. Además, la presencia de estos menores hace que la causa saharaui no caiga en el olvido, convirtiéndose así en pequeños embajadores de su pueblo.

A partir de 2007, y con la llegada a mi familia de una de estas niñas, conocí la situación en la que viven estas personas y me fui integrando en varios grupos de voluntarios. A través de ellos, empecé a informarme sobre la lucha del pueblo saharaui, acudiendo a reuniones y participando en diferentes actividades formativas y reivindicativas. Desde ese momento, me entregué por completo a la defensa de la libertad del Sahara denunciando la situación en la que viven y exigiendo que la comunidad internacional reconozca al pueblo saharaui sus derechos.

Actualmente, soy secretaria y coordinadora del proyecto ‘Vacaciones en Paz’ de la Asociación Unidos por el Pueblo Saharaui de La Rinconada (Sevilla) donde resido. Si bien ‘Vacaciones en Paz’ es una de las acciones más importantes, en nuestra asociación trabajamos durante todo el año con las familias de acogida y estamos presentes en los diferentes actos relacionados con el Sahara. Gracias a este compromiso, el Ayuntamiento de La Rinconada, que subvenciona desde 1995 este proyecto, me concedió en mayo de 2016 el Premio Talento en la modalidad de Cooperación y Solidaridad. Un reconocimiento que yo dediqué al pueblo saharaui y a sus cuatro décadas de lucha por su libertad.

Marta Serrano
Secretaria y Coordinadora del proyecto ‘Vacaciones en Paz’

Asociación Unidos por el Pueblo Saharaui de La Rinconada (Sevilla)